El famoso “paseo de la muerte” sugiere que la urgencia que presente una vida humana se reduce a un negocio o carrera vial que se aferra meramente de lo capital.
El problema radica en que la humanidad deja de ser la prioridad, pasando a un segundo plano desde la perspectiva comercial. Si el transporte vital, denominado como ambulancia, es un servicio que está intencionado para asistir la calamidad médica domiciliaria, ¿Por qué necesariamente todo se reduce al capital económico?
En el contexto de negocios de ambulancias la negligencia en el transporte de pacientes es realmente inhumana, es claro que para que un servicio funcione de manera adecuada el dinero tiene que estar presente y ser un factor que contribuya, pero cuando todo se reduce al beneficio propio en busca de aumento económico, la vida misma pierde el sentido, sobre todo en estos casos en los que hasta los mismos servidores públicos, como enfermeros y conductores, tienen que cuestionar su moral y aplicar el dicho “por dinero baila el perro”, dejando totalmente a un lado el capital simbólico que se refiere especialmente a aquello que nos caracteriza como seres humanos que se desprenden de lo netamente financiero.
Es importante cuestionar estas prácticas que contribuyen al mal humanitario, pero también es esencial tener en cuenta que no todas las entidades ni toda la industria de ambulancias se rige por este inhumano negocio, la mayoría de los servicios de ambulancias están comprometidos con proporcionar atención de calidad a las emergencias. Además, cuestionar a los mandatarios o jefes de las entidades, constituye a nuestro pensamiento crítico frente al tema, pues normalmente los servidores públicos o personas que atienden emergencias en las ambulancias, no son quienes tienen el mando frente a las posibilidades que deberían priorizar.




