La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza presentó un conjunto de guías que buscan orientar a gobiernos, científicos y comunidades en la práctica de la renaturalización, una estrategia que pretende devolver a los ecosistemas su equilibrio original y fortalecer la biodiversidad.
Estas nuevas directrices ofrecen un marco de acción que prioriza la recuperación de los procesos naturales —como la interacción entre especies, la dispersión de semillas y el control biológico— con el fin de que los entornos degradados vuelvan a autorregularse. La propuesta se centra en permitir que la naturaleza recupere su propio ritmo, reduciendo las presiones humanas y promoviendo la convivencia entre desarrollo y conservación.
El documento sugiere dos enfoques principales: la renaturalización pasiva, que consiste en disminuir la intervención humana para que los ecosistemas se regeneren de manera espontánea; y la activa, que incluye acciones como la reintroducción de especies nativas, la restauración de hábitats y la creación de corredores ecológicos.
Además, las guías incorporan la participación de las comunidades locales y la dimensión cultural del territorio, entendiendo que el equilibrio ambiental también depende del compromiso social. Con esta iniciativa, se busca que la renaturalización se consolide como una herramienta global frente a la crisis climática y la pérdida de biodiversidad.




