El titular decía: Capote muerde las manos que lo alimentaron.
El artículo, escrito por la columnista de chismes Liz Smith, revelaba las verdaderas identidades de las mujeres de la alta sociedad que Capote acababa de traicionar.
Babe Paley y Slim Keith, que en ese momento llenaban las páginas de la prensa rosa y las listas de las mujeres mejor vestidas, le habían confiado sus aventuras, las historias de sus maridos mujeriegos y sus inseguridades.
Su buen amigo terminó burlándose de ellas y revelando sus secretos más íntimos en una historia titulada «La Côte Basque, 1965» que apareció en la muy leída revista Esquire.
Esa traición terminó arruinando su vida.
Esta historia de aquella era social y de una amistad que acabó muy mal se cuenta en «Feud: Capote vs the Swans», la segunda temporada de la serie de televisión «Feud», creada por Ryan Murphy.
Capote, interpretado por Tom Hollander, es conocido tanto por sus libros, en particular «Breakfast at Tiffany’s» (Diamantes para el desayuno) y «In Cold Blood» (A sangre fría), como por la película «Capote» de 2005 protagonizada por Philip Seymour Hoffman.
Pero, ¿quiénes eran estas mujeres a las que llamaba cisnes y por qué las traicionó con tanta crueldad?
«Eran como las Real Housewives originales», le dijo Murphy a la revista Town and Country.
Pero a diferencia de las mujeres de ese reality show, las refinadas cisnes de Capote nunca gritaron ni sacudieron mesas en La Côte Basque, el restaurante donde habitualmente almorzaban juntas.
Pero sí tenían un control similar sobre el público.
Eran elegantes e influyentes. Ninguna de ellas se casó con hombres pobres ni soñó con tener una verdadera carrera profesional.
Bebían, fumaban y llevaban joyas extravagantes, pero de buen gusto.
Y aunque su estilo puede parecer aburrido ahora, eran las líderes de la moda de la época. Paley aparecía regularmente en las listas de las mujeres mejor vestidas.
«Feud» y «Capote»: dos historias que se complementan
«Feud» juega un poco con la cronología y los hechos, y no se siente atado a la verdad.
En 1975, Truman Capote se encontraba en una etapa de su vida diferente a la que se muestra en la película «Capote».
Pero esas dos versiones ficticias se complementan.
El actor Philip Seymour Hoffman, quien interpreta a Capote, es aquel escritor serio que investiga y escribe «A sangre fría», la novela sobre crímenes reales de 1965 que lo hizo rico y famoso.
En «Feud», Capote está en la cima de esa fama.
Hollander captura su ingenio y también la tragedia de un hombre brillante y problemático.
Capote había logrado su sueño de ser aceptado por la alta sociedad, pero se volvió autoindulgente y cayó en el alcoholismo.
También mantenía una relación inestable con John O’Shea (Russell Tovey), un banquero casado de clase media que no terminaba de convencer a las cisnes, quienes lo toleraban a medias.
Además, sufría de un bloqueo creativo.
La Côte Basque y dos historias menos explosivas publicadas en Esquire estaban destinadas a formar parte de la novela inconclusa «Plegarias atendidas».
Según dijo a sus amigos y editores, esa novela sería su versión de «En busca del tiempo perdido» de Proust: sería el mayor relato de la alta sociedad de la época.
A pesar de esa declaración altisonante (nunca fue acusado de tener un ego pequeño) fue incapaz de terminar la obra.
¿Quiénes eran las «cisnes»?
La cisne favorita y mejor amiga de Capote era Paley (interpretada por Naomi Watts), una mujer con un perfecto comportamiento e impecable gusto.
Su marido, Bill Paley (interpretado por el fallecido Treat Williams), era el poderoso jefe de la cadena de televisión CBS y, como ella bien sabía, un mujeriego.
Watts captura la fragilidad de alguien que necesita ser perfecto y la soledad que la hizo necesitar un hombro comprensivo como el de Truman.
En el primer episodio de «Feud», Truman la convence de no divorciarse de Bill después de que este se acostó con Happy Rockefeller, la esposa del gobernador de Nueva York.
Paley lo encontró limpiando la sangre menstrual de Happy de la alfombra de su habitación y esa fue la gota que derramó el vaso.
Truman le aconseja que siga casada, que mantenga su vida acomodada y que haga que Bill le compre un Gauguin y un Matisse.
Pero ese episodio también establece un conflicto real y muestra la reacción devastadora de Paley tras la publicación de «La Côte Basque».
