La temporada de sakura deslumbra con su belleza efímera

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Cada primavera, Japón se transforma en un escenario de ensueño con la llegada del hanami, la tradicional contemplación de los cerezos en flor. Entre marzo y mayo, el país se cubre con un manto de pétalos rosados, atrayendo a millones de personas que celebran la belleza fugaz de los sakura.

El florecimiento sigue un recorrido conocido como el “frente del sakura”, que comienza en la isla de Kyushu, en el sur, y avanza hacia el norte. Los japoneses siguen de cerca las previsiones meteorológicas para no perderse el breve pero impactante momento en el que los cerezos alcanzan su máxima floración.

Entre las especies más icónicas destacan los Somei-Yoshino, con su delicado tono rosa pálido, y los shidare-zakura, o “cerezos llorones”, cuyos pétalos caen en cascada sobre jardines y ríos, creando un espectáculo inolvidable.

Más allá de su esplendor visual, el hanami encierra un significado filosófico profundo: representa la transitoriedad de la vida y la importancia de disfrutar el presente. Cada pétalo que cae al suelo nos recuerda que la belleza, como todo en la existencia, es efímera y debe ser apreciada en su momento.

Con eventos, festivales y reuniones bajo los cerezos, Japón celebra una tradición que une naturaleza, arte y espiritualidad, convirtiendo la temporada de sakura en un fenómeno que deslumbra al mundo año tras año.


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