Un mensaje de texto que incluía un emoji de Papá Noel fue el punto de partida de una operación fallida de contrabando de cocaína. El aviso, enviado desde Dubái, instaba a los involucrados a mantener la calma, asegurándoles que todo sería sencillo. Sin embargo, la realidad terminó siendo muy distinta. El recado estaba dirigido a un pescador ucraniano y a un desempleado británico de Teesside, quienes navegaban hacia el centro del mar de Irlanda para recoger cargamento ilícito de un barco de gran tamaño: el MV Matthew.
La operación formaba parte de un plan de los carteles de la droga para trasladar más de 2,2 toneladas de cocaína hacia Europa y Reino Unido. No obstante, la estrategia se vino abajo gracias a una intervención coordinada de las autoridades irlandesas, que culminó con la incautación completa del alijo y la condena de ocho hombres a un total de 129 años de cárcel. La droga, valorada en casi 200 millones de dólares, fue destruida.
El caso evidenció tanto la capacidad de reacción de las fuerzas de seguridad como la magnitud del desafío. Según el Centro de Operaciones de Análisis Marítimo (MAOC), encargado de supervisar el tráfico transatlántico, cientos de buques sospechosos cruzan a diario el Atlántico con cocaína, pero la falta de medios impide interceptar muchos de ellos. El organismo estima que en 2024 al menos un centenar de barcos cargados no pudieron ser detenidos.
En el Reino Unido, el consumo de cocaína alcanzó las 117 toneladas el año pasado, con un aumento notable de muertes vinculadas a esta droga desde 2011. Debido al refuerzo de seguridad en puertos tradicionales como Róterdam o Amberes, las redes criminales han recurrido a métodos alternativos: transferencias en alta mar desde barcos “nodriza” hacia embarcaciones más pequeñas que se encargan de llevar los fardos hasta tierra.
Irlanda se ha convertido en un punto vulnerable dentro de esta “superautopista del narcotráfico”. Con más de 3.200 kilómetros de costa, cientos de ensenadas y recursos militares limitados, el país ofrece múltiples posibilidades para el contrabando. El Servicio Naval dispone de ocho buques, pero normalmente solo dos están operativos por falta de personal. La defensa aérea también es insuficiente: en varias ocasiones no hay helicópteros disponibles para patrullar.
La operación del MV Matthew dejó al descubierto estas carencias. El barco, comprado por organizaciones criminales relacionadas con el clan irlandés Kinahan, debía coordinarse con un arrastrero llamado Castlemore. El plan era sencillo: encontrarse en el mar, transferir la carga y llevarla a la costa. Sin embargo, las autoridades habían colocado un rastreador en el pesquero y monitoreaban en secreto cada movimiento.
Los implicados, entre ellos el ucraniano Vitaliy Lapa y el inglés Jamie Harbron, recibían órdenes directas desde Dubái, supervisadas por un escocés identificado como Stefan Boyd. Con las tormentas empeorando, el Castlemore quedó varado en un banco de arena y tuvo que pedir auxilio a la guardia costera, lo que comprometió la operación. Mientras tanto, el capitán iraní del MV Matthew fingió estar herido y fue evacuado en helicóptero, aunque posteriormente fue detenido con 50.000 dólares en efectivo.
En un intento desesperado, el nuevo capitán del carguero intentó escapar, pero la armada irlandesa, con solo un barco disponible, lo persiguió. Tras disparos de advertencia y mensajes de audio donde los tripulantes rogaban que no les dispararan, la marina ordenó que se dirigieran a Cork. Finalmente, comandos del Ala de Rangers descendieron desde un helicóptero y tomaron control del buque, capturando a la tripulación y asegurando el alijo.
Pese a la precariedad de recursos —cinco helicópteros fuera de servicio y solo uno acondicionado de emergencia— la operación fue considerada un éxito sin precedentes para Irlanda. Sin embargo, expertos advierten que los carteles siguen teniendo la ventaja: incluso si se incautan algunas toneladas, la mayoría logra atravesar el Atlántico.
La incautación del MV Matthew no solo representó un golpe a los traficantes, sino que también expuso la necesidad urgente de reforzar la defensa marítima de Irlanda y de coordinar a nivel europeo una estrategia más sólida contra el narcotráfico. Como explicó un excomandante naval, los carteles pueden enviar veinte toneladas y aun así asegurar que más de la mitad llegue a destino. La “batalla campal” en las aguas del Atlántico está lejos de concluir.

