La Semana Santa en Popayán, un refugio de tradición y resistencia en medio de la guerra

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Con más de 400 años de historia, las procesiones de Popayán siguen siendo una de las manifestaciones religiosas más emblemáticas de Colombia, y este año, a pesar de la violencia que golpea al Cauca, la ciudad resiste con fuerza el asedio de los grupos armados. Las calles del centro histórico se llenan de fervor religioso, mientras el rugir de los helicópteros sobrevolando la ciudad es solo un eco lejano a la solemnidad que caracteriza a la «Ciudad Blanca» durante la Semana Santa.

Cada año, durante los días santos, cientos de «cargueros» cargan a hombros las pesadas figuras de madera que representan la Pasión de Cristo. A pesar de las dificultades y del constante temor provocado por los grupos armados, la tradición perdura. Las figuras, que están acompañadas de velas y flores blancas, son levantadas con un esfuerzo impresionante, en una coreografía que parece desafiar la misma gravedad, mientras los habitantes de la ciudad, fieles y turistas, se agolpan en las aceras para ver el recorrido.

Una tradición que trasciende generaciones

Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, las procesiones de Popayán no solo son una muestra de fe, sino también de resistencia. Son llevadas a cabo por los mismos habitantes de la ciudad, quienes, a lo largo de generaciones, han transmitido el arte y el esfuerzo de cargar los pasos. Los «cargueros», que con orgullo muestran los callos que les deja esta exigente tarea, son los verdaderos guardianes de esta tradición, cuya relevancia cultural ha sido reconocida por la UNESCO al declararlas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2009.

Carlos Negret, exdefensor del Pueblo, es un ejemplo claro de este compromiso generacional. Después de más de 30 años cargando los pasos, y tras una dura batalla contra el cáncer, ahora actúa como «regidor», un título honorífico para quienes velan por el orden y la solemnidad de las procesiones. “Esta ciudad tiene mucha historia. La Semana Santa es el momento en que Popayán se pone en el mundo”, afirma Negret, subrayando que la ciudad sigue viva a pesar de los obstáculos.

La guerra no apaga la fe

Aunque la guerra en el Cauca ha marcado la historia reciente de la región, los habitantes de Popayán han logrado mantener viva la Semana Santa incluso en medio de los momentos más oscuros. El conflicto armado, exacerbado por los grupos armados ilegales como el ELN y las disidencias de las FARC, ha creado un clima de violencia constante en el departamento. Sin embargo, durante la Semana Santa, hay una especie de tregua no oficial que parece envolver a la ciudad. “Parece que la violencia descansa durante esta época. La tradición está por encima de todo”, asegura Negret.

A lo largo de los años, la ciudad ha enfrentado amenazas y tragedias. En 1983, un devastador terremoto azotó Popayán durante la Semana Santa, destruyendo gran parte de la ciudad. No obstante, las procesiones no fueron suspendidas, un testimonio de la resiliencia del pueblo payanés.

Cultura y economía en tiempos de resistencia

La Semana Santa también ha evolucionado como un evento cultural y económico para Popayán. En paralelo a las procesiones, se lleva a cabo el Festival de Música Religiosa, que atrae a artistas y músicos de todo el país. La Filarmónica Joven de Colombia y la nueva Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil del Cauca participan en esta celebración, que se ha convertido en uno de los eventos más importantes del calendario cultural de la región.

“Más allá de la fe, la Semana Santa es también un método de resistencia”, reflexiona el percusionista Diego Quinto, quien forma parte de la Filarmónica. La música, el arte y la gastronomía se entrelazan para ofrecer una alternativa de cultura y esperanza en medio de la violencia. En esta edición, la ciudad se llena de arte, música, gastronomía, exposiciones y un turismo que encuentra en Popayán una ciudad de contrastes y belleza, a pesar de las amenazas que la rodean.

“Las procesiones son patrimonio de la humanidad. Deberían ser tan famosas como las de Sevilla”, afirma Ana Fernanda Muñoz, presidenta de la Cámara de Comercio del Cauca. Y no solo las procesiones atraen turistas, sino también el Festival Gastronómico, que posiciona a Popayán como la primera ciudad creativa en gastronomía certificada por la UNESCO.

Resistencia y esperanza: Popayán sigue viva

Para los habitantes de Popayán, la Semana Santa es mucho más que una celebración religiosa. Es una forma de resistir, de afirmar su identidad y de mostrarle al mundo que la ciudad sigue viva a pesar de los años de conflicto, el abandono estatal y las dificultades económicas. “Esta tierra es mágica, necesitamos que nos miren distinto”, dice Muñoz, mientras destaca los avances en sectores como la gastronomía y la exportación de café.

La periodista Ana María Ruiz, quien regresó a Popayán después de años en Bogotá, también refleja este sentimiento de resistencia. “Aquí no dejamos de hacer nada. Las procesiones nunca van a dejar de hacerse, y la cultura sigue adelante, incluso en medio de las amenazas”, afirma.

El Cauca, y especialmente Popayán, sigue siendo un faro de resistencia, donde la cultura, la fe y la historia se combinan para crear una ciudad que no se deja abatir por los desafíos. En la Semana Santa, Popayán es más que una ciudad, es un símbolo de perseverancia y esperanza para toda Colombia.


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