Una turista española narró su experiencia en un safari por la selva del Nuquí, en Chocó — un viaje que combinó paisajes exuberantes, fauna sorprendente y una dosis de aventura inesperada.
Una travesía entre naturaleza y misterio
El recorrido comenzó con un trayecto en bote y continuó con una caminata prolongada por la selva. La viajera describió la experiencia con asombro y humildad, «pidiendo permiso a la selva» para poder regresar a salvo. Durante el recorrido, se toparon con ranas de colores vivos, pequeños animales propios de la región y una biodiversidad vibrante, propia de uno de los ecosistemas más ricos del planeta.
Belleza que esconde peligros
Pero entre la fascinación por la naturaleza, surgió la conciencia de lo impredecible del bosque. La viajera admitió que nunca imaginó que una picadura —como la de una “hormiga conga”— pudiera representar un peligro serio. Esa revelación transformó el viaje: lo que empezó como una aventura exótica, se convirtió también en una lección de respeto y prudencia frente a lo salvaje.
Turismo responsable: clave para apreciar la selva
Gracias a la guía de expertos locales, el grupo logró observar animales como perezosos y documentar la diversidad de fauna y flora sin perturbar el entorno. Este tipo de expediciones demuestra que el turismo en zonas remotas puede ofrecer experiencias inolvidables —siempre que se respete la naturaleza, se mantenga la humildad y se actúe con conciencia ecológica.
Reflexión final
Viajar al Chocó y sumergirse en su selva implica abrir los sentidos a la naturaleza en estado puro: colores intensos, sonidos desconocidos, vida en cada rincón. Pero también exige respeto: entender que esos espacios no son un escenario para el ocio desenfrenado, sino un ecosistema frágil, lleno de sorpresas —algunas hermosas, otras peligrosas. Para disfrutar la selva con seguridad y gratitud, se necesita curiosidad, precaución y un profundo sentido de responsabilidad.




