La presencia de Verónica Alcocer en Suecia ha generado una nueva oleada de cuestionamientos, luego de que se conocieran detalles sobre su estilo de vida marcado por eventos exclusivos, reuniones con figuras de alto perfil y celebraciones privadas en lugares de alto costo.
Aunque Alcocer ya no mantiene una relación sentimental con el presidente Gustavo Petro, sigue siendo su esposa legalmente, motivo por el cual se retiró de sus funciones protocolarias como primera dama. Sin embargo, lo que ha llamado la atención es que, pese a estar incluida en la Lista Clinton, continúa participando en actividades sociales de alto nivel en Europa, lo que ha despertado críticas por los recursos usados y por la discreción con que se maneja su estadía.
Las denuncias señalan que las actividades de Alcocer contrastan con las restricciones que impone dicha sanción estadounidense y con la expectativa pública sobre la conducta de figuras cercanas al Gobierno. El episodio ha abierto un debate sobre los límites éticos, la transparencia en el uso de recursos y el rol que debe cumplir quienes aún están vinculados institucionalmente al Ejecutivo.



