La reconstrucción de Cali se refleja en los comedores signos de esperanza desde Siloé

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Cali, 11 de noviembre de 2025

En lo alto de Siloé, en el barrio de La Sirena, donde el barranco se transforma en hogar y la panorámica abarca una ciudad llena de sueños, vive una mujer con la firmeza del concreto y la ternura de la tierra: Rosa Maricel Mendoza, encargada auxiliar del comedor comunitario San Agustín. A sus 67 años, y con una vida marcada por pérdidas, esfuerzo y resiliencia, doña Rosa ha encontrado un nuevo propósito que la ilumina desde adentro: la pasión por las letras.

foto cortesia: alcaldia de cali

Madre de seis hijos, uno arrebatado por la violencia a los 33 años, y sostén inquebrantable de su hogar, la vida le exigió a Rosa abandonar los pupitres de niña para hacerse cargo de su familia. Los años fluyeron como un río, y la necesidad de leer y escribir con soltura quedó como una espina clavada en su corazón. Trabajó, luchó y sacó adelante a sus hijos, encontrando consuelo y guía constante en su fe. Ella lee su Biblia, su “guía de vida”, aunque con esfuerzo y con la cautela de quien descifra más que de quien lee con fluidez.

Cuando llegó al Comedor San Agustín la noticia sobre el programa de alfabetización de Comedores Comunitarios, liderado por la Secretaría de Bienestar Social de la Alcaldía de Cali y la Arquidiócesis, una chispa brilló en sus ojos. Pero la emoción venía acompañada de un atisbo de duda: “¿Será que a mí me pueden enseñar, con mi edad? Pero sí quiero, me gusta aprender”. Esas palabras, cargadas de humildad profunda, resumen la esencia de su valentía.


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