
El multimillonario se transformó en uno de los más fieles seguidores de la campaña de Trump, sin embargo, los expertos en tecnología señalan que la aplicación de la tecnología para ejercer el poder representa un peligro para la democracia.
Para el individuo más adinerado del planeta, liderar un imperio de negocios no basta.
Elon Musk, dueño de algunas de las compañías tecnológicas más relevantes a nivel global, como Tesla, la red social X y SpaceX, también ha surgido como un protagonista destacado en el ámbito político.
Durante la preparación para la elección de un nuevo presidente en noviembre, Musk otorgó su respaldo al aspirante republicano y exmandatario Donald Trump, quien le garantizó a Musk un rol de liderazgo en la gestión si resulta reelecto.
Musk ha utilizado con frecuencia el impacto que tiene a través de sus compañías para reflexionar sobre los debates políticos en naciones alrededor del mundo, desde Brasil hasta Alemania.
La participación de Musk en la política, inédita en su transparencia y reconocimiento, destaca cómo algunas empresas de tecnología privada y sus directivos poseen influencia sobre decisiones usualmente asignadas a los gobiernos, señalan los especialistas en derechos digitales.
«Las tecnologías que Musk maneja son extremadamente críticas, y las compañías que tiene son sumamente influyentes y se encuentran en posiciones clave en cuanto a acceso a la información y geopolítica», afirmó Marietje Schaake, investigadora del Centro de Política Cibernética de la Universidad de Stanford y escritora de The Tech Coup: Cómo Salvaguardar la Democracia de Silicon Valley.
«Y Musk no solo gestiona estas compañías para potenciar su triunfo», declaró a DW la exparlamentaria del partido liberal neerlandés Demócratas 66. «También las utiliza como instrumentos para su agenda geopolítica propia», señala.




