LA NUEVA CARA DEL VIEJO VICIO

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En Colombia ya no sorprende que el poder se herede, se negocie o se empuje desde algún padrino político. Lo que sorprende —y no precisamente para bien— es cuando el poder aparece exprés, como si fuera un título de TikTok: lo publicas el lunes, lo editas el jueves y el viernes ya eres viceministra. Esa es la historia de Juliana Guerrero, la joven que pasó de ser técnica a profesional en 15 días, que apareció sin Saber Pro, sin tarjeta profesional y ahora, según la propia universidad que la graduó, sin título válido. Y mientras el país intenta entender cómo se hace semejante maroma académica, el Gobierno la defiende con la naturalidad de quien defiende la receta de la abuela.

Juliana no solo llegó al centro del Gobierno como si fuera una final de reality; además, usó aviones de la Policía para desplazamientos cuyo objetivo aún no está claro. Todo esto con un salario cercano a quince millones mensuales. Y sí: tiene 22 años, y está bien que la juventud llegue al poder… pero llegar así, con irregularidades confirmadas, con ascensos que parecen favores, con títulos anulados, con recursos públicos cuestionados, no es renovación generacional. Es otra cosa: es un mensaje directo y duro a miles de jóvenes que sí se fajan la vida estudiando, trabajando, sacrificando horas, pagando matrículas, presentando exámenes. A ellos les dicen “esfuércense”; pero a otros, con padrinazgo, les basta un par de firmas y un par de sonrisas.

Aquí no se trata de atacar a Juliana porque es joven. Se trata de preguntarnos qué clase de país somos si un nombramiento de esta magnitud puede tambalear por algo tan básico como verificar un título. Se trata de lo que significa el mérito cuando se usa un avión oficial sin razón pública verificable. Se trata de lo que el Estado le está diciendo a toda una generación: “el esfuerzo sirve, pero las conexiones sirven más”.

Si el “cambio” de este Gobierno se reduce a títulos mágicos, cargos que se dan a dedo y méritos que dependen de quién te llama, entonces no estamos renovando nada. Estamos reciclando los mismos vicios de siempre, solo que ahora con estética juvenil.



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