La trágica muerte de Iryna Zarutska, una joven refugiada ucraniana de 23 años, en el sistema de tren ligero de Charlotte ha provocado una profunda indignación pública y ha puesto en tela de juicio la seguridad en el transporte de la ciudad. El 22 de agosto de 2025, un hombre identificado como Decarlos Brown Jr., de 34 años, apuñaló a Zarutska en lo que las autoridades describieron como un ataque sin provocación. Zarutska, quien había huido de la guerra en Ucrania buscando una vida más segura, encontró su trágico final en un tren que debía ser un refugio.
En efecto, el suceso cobró mayor notoriedad debido a un aparente retraso en la publicación del video de vigilancia por parte de las autoridades. Medios de comunicación y la comunidad exigieron la divulgación de las imágenes, una acción que finalmente se concretó el 5 de septiembre. El video reveló la escalofriante secuencia del ataque, con el agresor sacando un cuchillo de bolsillo y apuñalando a la víctima mientras ella usaba sus audífonos, sin sospechar el peligro. Esto ha avivado el debate sobre la transparencia de la administración de la ciudad y las políticas de seguridad.
La muerte de una refugiada ucraniana en el metro de la ciudad saca a la luz un preocupante historial criminal
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Además, el historial delictivo de Brown Jr. ha generado fuertes críticas. Los registros judiciales revelan que el agresor ha sido acusado 14 veces y ha tenido múltiples condenas, incluyendo cargos por robo a mano armada y agresiones anteriores. Pasó cinco años en prisión por un robo a mano armada y, tras su liberación en 2020, lo arrestaron nuevamente por agredir a una mujer en 2022 y por mal uso del sistema 911 en 2025. La pregunta que muchos se hacen es cómo un individuo con un historial tan extenso de crímenes violentos pudo haber evitado una condena más larga y más estricta.
Por consiguiente, la falta de una respuesta contundente del sistema de justicia contra Brown Jr. en el pasado parece haber contribuido a que él siguiera siendo una amenaza para la comunidad. La situación de Brown, que incluía reportes de problemas de salud mental, había sido notificada a las autoridades en varias ocasiones. Sin embargo, su liberación continua y la aparente incapacidad para gestionarlo de manera efectiva subraya una falla sistémica que puso a los ciudadanos en riesgo.
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Finalmente, la tragedia de Iryna Zarutska ha desencadenado una importante conversación sobre la seguridad en el transporte público y las fallas del sistema judicial en el tratamiento de personas con historiales criminales repetidos. Las autoridades de Charlotte, por su parte, han prometido aumentar los patrullajes y mejorar la seguridad, aunque para la familia y la comunidad en general, estas acciones llegan demasiado tarde. El caso destaca una necesidad urgente de reformar la gestión delictiva y de asegurar la protección de todos los ciudadanos.
