En política, la coherencia es la línea que separa la convicción de la conveniencia. Y Marcela Suárez, precandidata del Pacto Histórico en el Huila, acaba de cruzarla sin mirar atrás. Su reunión con el representante conservador Jaime Felipe Lozada, reconocido opositor del presidente Gustavo Petro y del Gobierno del cambio, ha desatado un vendaval político que deja a la izquierda local en una encrucijada
El encuentro, confirmado por el propio Lozada, no fue un rumor ni una interpretación malintencionada. Ocurrió según el conservador por iniciativa de la propia Suárez, con la mediación del concejal conservador Jesús Andrés Garzón, más conocido como “Chulito”. La cita tuvo lugar en un café del centro comercial Santa Lucía, en Neiva. Y aunque Lozada intentó restarle importancia al hecho diciendo que “conversar no significa transar”, el gesto político pesa más que la frase.
Marcela Suárez no solo buscó al contradictor más férreo del petrismo huilense, sino que lo hizo en un momento clave: a puertas de definir su futuro dentro del Pacto. En política, los símbolos importan, y esta reunión simboliza el mensaje más contradictorio posible para una candidata que se autoproclama progresista.
¿Con qué autoridad moral puede presentarse ahora como abanderada del cambio, cuando su estrategia pasa por tender puentes con quienes representan justamente lo que el Pacto ha jurado transformar? El progresismo no puede construirse sobre alianzas que nacen de la conveniencia, menos aún con figuras que han atacado sistemáticamente las reformas sociales y la visión de país que defiende el actual gobierno.
El progresismo
Lozada, sin proponérselo, terminó dejando al descubierto a Suárez. Fue ella quien buscó el encuentro, quien propició la conversación y quien, según fuentes del mismo Pacto, pretendía “abrir caminos” con sectores conservadores de cara a una eventual campaña. Ese “todo vale” político no solo traiciona las bases del movimiento, sino que envía un mensaje de desconfianza a los militantes que aún creen en un cambio real.
“El Pacto no se vende ni se arrodilla”, aseguró un dirigente de la colectividad, al conocer la noticia. Y tiene razón: si para ganar una consulta interna se recurre a los viejos métodos de la política tradicional, el discurso del cambio se convierte en simple marketing.
Conclusión
Marcela Suárez parece haber olvidado que la política no solo se mide por los votos, sino por los principios. Su reunión con Lozada no es un simple café: es una declaración pública de que la ambición puede más que la ideología. Si el Pacto Histórico quiere mantener su esencia, deberá marcar distancia de quienes confunden el cambio con el oportunismo.




