Cuando Raymond Lloyd deslumbró al jurado del exclusivo Magic Circle de Londres con su acto de ilusionismo, nadie sospechó que detrás del traje, las gafas de marco negro y el porte reservado se escondía Sophie Lloyd, una joven de 18 años decidida a desafiar las normas de una institución que, en aquel entonces, no permitía mujeres entre sus filas.
Su audaz intento de burlar el sistema no terminó bien. Al revelarse su verdadera identidad, el Magic Circle no solo rechazó su ingreso, sino que le cerró sus puertas durante 34 años. Hoy, más de tres décadas después, la histórica sociedad fundada en 1905 ha decidido rectificar.
«Estoy más que completamente emocionada», confesó Sophie Lloyd tras recibir finalmente la aceptación oficial como miembro. Su historia, mezcla de talento, perseverancia y valentía, se convierte en un acto de justicia tardía en el mundo de la magia, que por fin le reconoce el lugar que siempre mereció.
