El horóscopo, que busca interpretar la influencia de los astros en la vida humana, tiene sus raíces en la antigua Babilonia, donde hace más de 2,000 años se empezaron a observar y registrar los movimientos celestes. Los babilonios desarrollaron los primeros zodiacos, dividiendo el cielo en 12 segmentos.
En el siglo IV a.C., los griegos adoptaron y expandieron esta práctica, integrándola con sus propias creencias. Claudio Ptolemeo, en su obra «Tetrabiblos», contribuyó a la astrología occidental al explicar cómo las posiciones planetarias afectan el carácter y el destino.
Durante la Edad Media, el mundo islámico preservó y amplió el conocimiento astrológico, integrándolo en la vida cotidiana y la política. Con el Renacimiento, el interés en la astrología resurgió en Europa, aunque la ciencia moderna comenzó a desafiar su validez.
En el siglo XX, los horóscopos se popularizaron en medios impresos y, hoy en día, continúan siendo parte de la cultura popular, con aplicaciones y sitios web que ofrecen predicciones personalizadas. A pesar de los avances científicos, el interés en la astrología y su influencia persiste como un aspecto intrigante de la experiencia humana.




