Sandra Paola, una emprendedora de 45 años residente en Ibagué, enfrenta con valentía los desafíos diarios que trae la falta de oportunidades en la ciudad. Para cubrir sus gastos básicos, se dedica a vender dulces en los semáforos y las busetas, un trabajo que le permite sobrevivir, pero que no le garantiza estabilidad económica. A pesar de las dificultades, Sandra sigue luchando por un futuro mejor, con la esperanza de hallar una oportunidad laboral que le permita salir adelante.

Vive sola en Villa Resistencia, una zona donde, a pesar de contar con su propio lote y techo, no tiene el respaldo económico necesario para mejorar su calidad de vida. El esfuerzo por lograr su independencia es notable, pero las dificultades económicas y sociales siguen siendo un reto constante. Su vida no ha sido fácil, ya que una discapacidad, producto de la pérdida de su pierna derecha en un accidente de juventud, le ha añadido aún más obstáculos a su camino.
Sin embargo, Sandra Paola no se da por vencida. A pesar de las limitaciones físicas y la falta de apoyo, mantiene su esperanza viva. Con perseverancia, enfrenta cada jornada con la determinación de encontrar una mejor oportunidad y seguir adelante, demostrando que, a pesar de las adversidades, nunca es tarde para luchar por un futuro más prometedor.




