En los últimos años se ha acuñado en los discursos políticos el concepto de ‘nuevas generaciones’, que se ha enmarcado en lo que se denominan como los derechos de quinta generación. Aunque es un término que aún no ha sido plenamente desarrollado, ha puesto sobre la mesa la necesidad de aplicar acciones para preservar el planeta, pero ¿cómo se fueron pensando unos derechos para personas que ni siquiera existen?
Ante la vertiginosa realidad que prevalecía a mediados del siglo XX surgió la necesidad de establecer acuerdos que permitieran dar garantía de la existencia humana. Las guerras mundiales de 1914 – 1918 y 1939 – 1945, amenazaron a tal punto la humanidad que el fin de las mismas se volvió un objetivo común y con ello, la puesta en escena de una visión a futuro.
Posterior a ese contexto fue que surgió la idea de pensar en las generaciones venideras. De acuerdo con Alexander López, máster en Derecho Constitucional, la Declaración de Estocolmo en 1972 fue uno de los hitos fundamentales que abrieron la discusión. En general se planteó iniciar un trabajo en el presente para poder tener un impacto a futuro, e impulsar el crecimiento humano y sobre todo el cuidado del medio ambiente.
En el contexto colombiano se ha ido dando formal al bloque de constitucionalidad con la adhesión de varios acuerdos internacionales; también, se ha pactado en la carta a través del Artículo 3, Ley 99 de 1993, pero con ello sigue estando la brecha y pugna entre quién merece más garantías, si los no nacidos (no existen), los infantes o los que nacerán (nasciturus).
El punto es que, aunque parezca un tema sencillo, de la interpretación dependerá el proceder de los gobernantes, y es en ese sentido que se mitigará o, por el contrario, se ahondará la problemática climática y social de la actualidad.




