Colombia enfrenta una grave crisis de seguridad, marcada por la intensificación de la violencia de grupos armados ilegales como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la Segunda Marquetalia y el Estado Mayor Central de las FARC-EP. En los últimos días, la situación ha alcanzado niveles alarmantes en varios puntos del país. La Defensoría del Pueblo ha emitido una Alerta Temprana de Inminencia para los municipios de Miranda y Corinto en Cauca, y Pradera y Florida en Valle del Cauca, debido a la creciente amenaza para los derechos humanos y el derecho internacional humanitario.
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Grupos armados ilegales
Estos municipios se encuentran en el epicentro de una disputa territorial que pone en grave riesgo a la población civil, atrapada entre las facciones guerrilleras que buscan imponer su control por la fuerza. La situación en el Chocó también es crítica. El Ejército de Liberación Nacional ha anunciado un “paro armado” que comenzará a la medianoche de este domingo, afectando a los municipios de Istmina, Medio Baudó, Sipí, Nóvita y Medio San Juan. Este paro armado, una estrategia recurrente del ELN, impide cualquier actividad comercial o cotidiana en una región que ya es vulnerable y está sufriendo las consecuencias del conflicto armado. En Arauca, el conflicto entre el ELN y las disidencias de las FARC ha generado una crisis humanitaria severa.
La guerra
El general Walter Giraldo, comandante de la Octava División del Ejército Nacional, ha confirmado la desaparición de 15 personas en medio de este enfrentamiento, que ha afectado gravemente a las comunidades de El Progreso, La Esmeralda, Lejanías y Normandía. Esta situación es una clara manifestación del descontrol y la violencia que caracteriza a la región. La escalada de violencia en todo el territorio colombiano refleja un fenómeno más amplio: la guerra ha recrudecido y la gente está aterrorizada. Los grupos guerrilleros, fortalecidos por la política de Paz Total del presidente Petro, buscan dominar los territorios mediante la violencia y el control de economías ilícitas.
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La paz prometida parece cada vez más lejana mientras estos grupos, en lugar de desarmarse, han intensificado sus operaciones. El gobierno y las fuerzas de seguridad deben redoblar esfuerzos para proteger a las comunidades y restaurar el orden. Sin embargo, la solución a esta crisis no puede ser únicamente militar. Es fundamental abordar la situación con un enfoque integral que incluya desarrollo social. La guerra es todo por el nada.



