La “Empresa Criminal” que se formó de la promesa de un gobierno libre de corrupción, proclamada fervorosamente por Gustavo Petro durante su campaña presidencial, se encuentra hoy bajo una nube de escándalo. Esta situación ha puesto a Colombia en el ojo del huracán, avergonzando a un país que ya lucha contra una imagen internacional manchada por la corrupción. Petro, en su intento de marcar un nuevo rumbo, debe reflexionar profundamente sobre a quiénes coloca en posiciones de poder, especialmente cuando estos cargos manejan recursos destinados a los más necesitados.
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Corrupción en La Guajira
El epicentro del escándalo radica en contratos inflados para la compra de carrotanques, destinados a proporcionar agua potable a las regiones más necesitadas del país, como La Guajira. Según la Fiscalía, estas compras, valoradas en casi 12 millones de dólares, fueron manipuladas para favorecer a ciertas empresas privadas, a cambio de jugosos sobornos que se dirigieron a congresistas claves en la aprobación de las reformas sociales del gobierno. El exdirector de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), Olmedo López, y su colaborador, Sneyder Pinilla, son figuras centrales en esta maraña de corrupción.
Ambos, en busca de beneficios jurídicos, han empezado a colaborar con las autoridades, aportando testimonios y pruebas que involucran a exfuncionarios, congresistas y un ministro. La red de corrupción no se limitó a La Guajira, extendiéndose a contratos similares en otras regiones afectadas por la sequía, como Córdoba, Sucre y Buenaventura. La imputación de cargos no dejó espacio para dudas sobre la existencia de una “empresa criminal” dentro de la UNGRD. La Fiscalía ha señalado a altos funcionarios del gobierno, incluyendo al ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, y al exdirector de Inteligencia, Carlos Ramón González, como coordinadores del desvío de fondos públicos.
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Esta red de corrupción operaba con una precisión casi empresarial, desviando recursos destinados a atender emergencias ambientales hacia los bolsillos de políticos y empresarios. Este escándalo representa un golpe devastador para la credibilidad del gobierno de Petro. La revelación de qué altos funcionarios y aliados cercanos del presidente están involucrados, no solo socava la confianza en su liderazgo, sino que también empaña la imagen de la izquierda en el país.
