En el centro histórico de Pasto, donde el comercio informal convive con estudiantes, vendedores y turistas, una historia digna de una novela policial se tejió a plena luz del día. El protagonista: un hombre apodado ‘Alias Muñeco’, cuyo rostro era familiar para algunos transeúntes, pero cuya verdadera identidad escondía más de lo que aparentaba.
Todo comenzó cuando un grupo de estudiantes caminaba por una de las calles más transitadas. Entre la multitud apareció ‘Muñeco’, quien sin previo aviso intentó arrebatarles sus pertenencias. El susto fue tal, que los jóvenes apenas alcanzaron a reaccionar para pedir ayuda. El hombre, con movimientos rápidos y calculados, se perdió entre los pasillos improvisados de vendedores ambulantes, empujando un viejo carrito cargado de chatarra, como si nada hubiera pasado.
Pero lo que parecía una fuga perfecta pronto comenzó a desmoronarse. Comerciantes del sector, que aseguraban conocer de vista a ‘Muñeco’, alertaron a la Policía sobre su recorrido. Algunos afirmaron que el sospechoso tenía un “don” para cambiar de actitud y apariencia en segundos, transformándose de presunto delincuente a humilde recolector de metales con total naturalidad.
Minutos después, en una rápida operación, los uniformados lograron interceptarlo. La sorpresa llegó al momento de verificar sus antecedentes: no era la primera vez que este personaje aparecía en los registros judiciales. Se le relaciona con otros robos cometidos en la misma zona, y, según versiones extraoficiales, podría formar parte de una red más amplia de delincuentes que utilizan oficios informales para camuflarse y estudiar a sus víctimas. Hoy, ‘Alias Muñeco’ permanece bajo custodia, pero en el centro de Pasto aún se respira la inquietud. Algunos se preguntan cuántos otros “muñecos” caminan a nuestro lado, escondidos tras una fachada inofensiva, aguardando el momento oportuno para dar su próximo golpe.