La curiosa historia de la cama, desde una pila de hojas hasta la estructura con colchón en la que dormimos hoy

En medio de la extensión azotada por el viento de la Bahía de Skaill, en la costa oeste de la isla escocesa de Orkney, se encuentra el antiguo pueblo de Skara Brae.
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Este laberinto de montículos verdes difusos (grandes casas de una sola habitación rodeadas por gruesos muros cubiertos de hierba y conectadas por pasadizos de piedra cubiertos) fue abandonado hace unos 4.500 años.

Pero dentro de cada residencia hay dos objetos que todavía resultan familiares a los ojos modernos: las camas.

Las viviendas de Skara Brae, en el extremo norte de Escocia, tienen en su mayoría la misma configuración: una habitación de aproximadamente 40 metros cuadrados con una chimenea central y una variedad de muebles prehistóricos.

Junto a las cajas de almacenamiento y los tocadores con estantes, hay dos recintos rectangulares, de aproximadamente la longitud de un ser humano.

Como la mayoría de los artefactos encontrados en esta isla sin árboles, estos lechos prehistóricos están hechos de losas de piedra dura y fría.

Y, sin embargo, con cabeceras altas y laterales elevados, tienen una forma reconocible al instante.

Dejando de lado las antiguas inscripciones que tienen algunos, y algún esqueleto escondido debajo, tal vez casi podrían pertenecer al siglo XXI.

Los humanos llevan cientos de miles de años haciendo camas. En el libro “What we did in bed: a horizontal story” (Lo que hicimos en la cama: una historia horizontal), el antropólogo Brian Fagan, de la Universidad de California en Santa Bárbara, y la arqueóloga Nadia Durrani trazan su desarrollo desde el principio.

Durante la mayor parte de la existencia de nuestra especie, se cree que los espacios para dormir consistían en montones profundos de follaje cuidadosamente estratificado rematado con hojas suaves y resistentes a las plagas.

Entonces empezaron a aparecer los primeros armazones de cama.

Los lechos de arenisca de Skara Brae se encuentran entre los más antiguos jamás encontrados, junto con una serie de impresiones dejadas en el suelo en el asentamiento de Durrington Walls, cerca de Stonehenge, Inglaterra: los contornos espectrales de cajas de madera desaparecidas hace mucho tiempo, donde los constructores de ese monumento pueden alguna vez haber dormido.

Los armazones de cama surgieron hace poco más de 5.000 años, poco después de otras tecnologías pioneras como la escritura, y aparecieron en varios lugares casi al mismo tiempo.

A unos 2.735 kilómetros de Orkney, en Malta, túneles funerarios ritualizados han revelado evidencia de encarnaciones tempranas de este mueble, incluida una figura de arcilla de una mujer durmiendo pacíficamente de costado, con una mano debajo de la cabeza, sobre una sencilla plataforma elevada.

Estas primeras camas no eran sólo lugares para descansar. Según Fagan y Durrani, a menudo tenían profundos significados simbólicos y vínculos con el más allá.

En los milenios transcurridos desde entonces, la cama ha evolucionado hasta adoptar muchas formas diferentes, reflejando las creencias y preocupaciones prácticas de las culturas en las que se encontraban las personas.

A continuación presentamos una breve historia de estos templos del sueño, al menos en el mundo occidental.


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