La Cueva de los Cristales, en Naica (México), es uno de los lugares más extraordinarios descubiertos en la Tierra. Dentro crecen cristales de yeso tan enormes que algunos miden más de 11 metros y pesan decenas de toneladas.
El calor interno —unos 58 °C con 90% de humedad— convirtió la exploración en un desafío casi de ciencia ficción. Los investigadores solo podían permanecer adentro por minutos, usando trajes especiales para evitar el colapso por calor.
Los cristales crecieron durante cientos de millas de años en un ambiente sellado y rico en minerales. Esa combinación hizo posible un fenómeno que no existe en ningún otro punto del planeta.
Cuando las minas de Naica detuvieron las bombas de agua, la cueva volvió a inundarse y quedó protegida de visitas. Los científicos dicen que eso es bueno: los cristales seguirán creciendo en completa oscuridad, como si la Tierra estuviera fabricando lentamente esculturas imposibles.
