En la COP30 que se celebra en Belém (Brasil), líderes, activistas y expertos climáticos han lanzado un llamado enfático para trazar una hoja de ruta clara que lleve al mundo a dejar atrás el uso de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) y adoptar fuentes de energía limpia de manera definitiva.
El secretario general de la ONU, António Guterres, acusó a varios líderes mundiales de seguir siendo “rehenes” del petróleo, advirtiendo que los subsidios a los combustibles fósiles y la falta de voluntad política frenan el avance hacia un modelo energético sostenible. Además, afirmó que los combustibles fósiles representan un riesgo no solo para el clima, sino también para la economía, ya que las renovables son cada vez más competitivas y rentables.
Al mismo tiempo, organizaciones como WWF instan a los países participantes en la cumbre a comprometerse con una eliminación progresiva y justa de los combustibles fósiles. Según WWF, este paso es indispensable no solo para frenar el calentamiento global, sino también para proteger empleos y garantizar que la transición energética no descuide las comunidades dependientes del petróleo y el gas.
En esa línea, una coalición de países —incluyendo Alemania, Reino Unido, Dinamarca y Kenia— ha propuesto un “road map” o plan estratégico para reducir y eventualmente eliminar el uso de combustibles fósiles. Este plan también incluye un componente de justicia social: asegurar que la transición no deje rezagados a países o comunidades vulnerables.
Por su parte, Ana Toni, directora ejecutiva de la COP30, destacó que reducir las emisiones de metano provenientes de industrias fósiles será otro punto clave del debate. El metano, señaló Toni, es responsable de una gran parte del efecto invernadero a corto plazo y su control puede tener un impacto inmediato para frenar el calentamiento global.
Este impulso global para acelerar el abandono de los combustibles fósiles refleja una tensión creciente: aunque las energías renovables han avanzado notablemente, aún enfrentan obstáculos estructurales —como la necesidad de financiar la transición, construir nueva infraestructura energética y asegurar una distribución equitativa—. La COP30 se perfila como un escenario crucial para definir no solo compromisos climáticos, sino también mecanismos concretos para que los países puedan cumplirlos de forma ambiciosa y justa.




