La ciencia revela por qué nunca olvidamos las canciones de nuestra adolescencia

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Aquella canción que sonaba de fondo durante un viaje en coche con amigos, o que marcó el fin de una clase, sigue acompañándonos años después. Según diversos estudios científicos, esto no es solo nostalgia: hay razones biológicas, psicológicas y sociales que explican por qué las canciones que escuchamos entre los 13 y los 20 años suelen quedarse grabadas para siempre.

La adolescencia, un “punto térmico” de la memoria

Investigaciones recientes muestran que existe lo que se denomina el “reminiscence bump” (salto de reminiscencia): un fenómeno por el cual los recuerdos autobiográficos —incluyendo aquellos vinculados a la música— queden fijados con mayor fuerza cuando ocurrieron durante la adolescencia o los primeros años de la adultez.
Durante esos años, nuestro cerebro está aún desarrollándose, somos más sensibles a las emociones, formamos la identidad y vivimos experiencias nuevas —todo ello hace que la música de ese periodo actúe como una “ancla” emocional.

¿Qué hace que una canción permanezca en la memoria?

Varias razones ayudan a que esas canciones se queden:

  • La familiaridad: escuchamos mucho ciertas canciones en esos años, lo que refuerza su huella.
  • La emocionalidad: la música se asocia a fuertes vivencias, amistades, descubrimientos, cambios de vida.
  • La estructura de la música: melodías repetitivas, ganchos vocales, ritmos que nos resultan fáciles de recordar.
  • La identidad y socialización: escuchar música era muchas veces un acto social (con amigos, en fiestas, en el colegio) que refuerza su importancia personal.

¿Por qué funciona hasta en la vejez?

Lo más sorprendente: estas canciones pueden mantenerse activas años o décadas después. Estudios muestran que incluso personas mayores pueden reconocer melodías de su juventud, porque la música conecta con áreas del cerebro menos afectadas por el paso del tiempo.

En conclusión

La próxima vez que una canción de tu adolescencia te transporte al pasado —al salón de clases, un partido, una primera cita— recuerda que no es solo casualidad: es una combinación de desarrollo cerebral, emoción, repetición y significado social lo que convierte esos sonidos en una parte permanente de tu memoria.


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