El reciente accidente durante la botadura de un nuevo buque de guerra norcoreano ha llamado la atención internacional, no tanto por el incidente técnico el barco volcó al tocar el agua y luego fue reflotado sin víctimas, sino por la feroz reacción del líder del país.
Kim Jong-un calificó el fallo como un “acto criminal imperdonable” que, según él, afectó profundamente el honor del régimen. La contundencia de sus declaraciones sorprendió incluso a los observadores más familiarizados con la retórica oficial norcoreana.
Más allá de lo técnico, el episodio ha sido interpretado como una muestra del frágil equilibrio entre propaganda y realidad dentro del hermético Estado, donde incluso un error logístico puede convertirse en una amenaza a la imagen del poder absoluto.




