KALIMÁM CRIADO EN LA SELVA LLEGA AL MUSEO NACIONAL

Y más de 100 historietas acompañan la exposición. Gracias a Irene Vasco, escritora y creadora de la librería Espantapájaros, las consiguieron, sostiene Góngora.
Kalimán
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Sin serenidad ni paciencia, más bien con afán, a las 5 p. m., de lunes a viernes, un tolimense, que en los años 70 era todavía un niño, daba por terminado el partido de fútbol con sus amigos en la calle, cogía el balón y entraba corriendo a su casa para oír la radionovela ‘Kalimán’, que emitía Todelar.
La misma escena se repetía en varias partes del país. “Esa radionovela (con Gaspar Ospina como Kalimán y Erika Krum como Solín) fue fundamental, especialmente para la generación de mis papás, que hoy tienen más de 70 años. Fue muy importante para el entretenimiento desde la radio”, dice Andrés Góngora, curador de la muestra ‘Kalimán el hombre increíble’, que se inaugurará el 21 de octubre en el Museo Nacional, en Bogotá.

La exposición, como dice Góngora, no solo tendrá esta historia futbolera sino que reflejará el “transmedia de la época, cuando a la radionovela la acompañaban las historietas. Antes de la cultura digital esa era la forma de diversión de los jóvenes y los niños, y los lugares donde se alquilaban o vendían cuentos eran sitios de encuentro e intercambio”.

Quienes vayan a la exposición, con varios apartados, tendrán la oportunidad de oír capítulos de la serie y compararlos con historietas clásicas como ‘El tigre de Hong Kong’. “Además de recrear esos dos mundos, conocerán sus diferencias”, sigue Góngora.

Kalimán se instaló en Colombia en 1965, tras su creación en México, dos años atrás, cuenta Jaime Silva, director de Señal Memoria, de RTVC. “Tuvo una gran acogida. Gracias a su éxito, las aventuras de Kalimán y su compañero Solín pasaron de la radio a los cómics, cuando se empezó a imprimir en el país en 1976”, dice.

“Los ejemplares se agotaban rápidamente, pero la gente podía alquilarlos en pequeños locales de barrios populares que fueron espacios clave para la sociabilidad, la vida cotidiana y la construcción de una narrativa”, sigue.
Por eso, para recrear estos lugares, uno de los invitados es ‘el Mono’, “que le debe su vida y su progreso al alquiler de cuentos. En su local, por la carrera 7a., cerca al teatro Jorge Eiécer Gaitán, tuvo que poner, con el tiempo, otras cosas: vender diferentes revistas y también música, pero él es alguien que le debe su sustento a los cuentos y por eso pudo soportar todas las transformaciones. Su historia es un impacto a la memoria”, dice Góngora.

Como la del mismo curador, de 41 años, para quien Kalimán es parte de sus recuerdos. Cuenta que la radio era muy importante en su casa porque sus padres tienen baja visión, y ellos no se perdían la radionovela. “Yo alcancé a oírla”, dice.
Pero, además, estaba la biblioteca que había en la casa de su abuela, el barrio Kennedy, “que era, en sí misma, un tesoro de la cultura popular”. Propiedad de su tío Fidel, “estaban los libros del Círculo de Lectores y había un espacio muy importante para los cuentos: además de ‘Kalimán’, ‘El Llanero Solitario’, ‘El Hombre Araña’, ‘El Hombre Increíble’… Eran muy cercanos y fue mi ingreso al mundo de la lectura”, cuenta.

“Ella empezó a comprar historietas por toda la ciudad y, cuando se fue a vivir a la costa, las dejó en su casa de Teusaquillo. Así que fuimos a recoger las que tenía de ‘Kalimán’.
Fue un gran descubrimiento y aunque algunas se estaban dañando, las trajimos al museo para clasificarlas».
Estas historietas son otro salto de la memoria: muestran la tipografía y el color en sus portadas, y el tono sepia de sus páginas, donde se cuentan las historias.

El trabajo para adecuar la exposición incluyó los permisos de la familia mexicana a cargo de los derechos, que los cedieron porque se trataba de una muestra de divulgación cultural. Los mexicanos, incluso, les permitieron usar la imagen de Kalimán con tapabocas, adaptado a estos tiempos.

Además, buscaron una red de seguidores del héroe en la que encontraron gran cantidad de personas invidentes o con baja visión, que descubrieron el mundo del héroe a través de sus aventuras y viajes imaginarios, gracias al sonido.

Porque esta historia sonora no solo tenía a Ospina y Krum, sino también la voz Iván Cañas, que representaba a varios de los villanos enemigos de Kalimán.

Adicionalmente, estaban los sonidos de puertas que se abrían o cerraban, según la necesidad de la historia; caballos yendo despacio o galopando; espadas que hacían parte de la lucha, y lluvia y viento, entre otros.

La exposición (que abarca de 1963 a 1991) también le apuesta a que los niños y jóvenes se interesen en ella. Por eso, en los últimos días el museo ha publicado varios memes con las frases más reconocidas del héroe.

“Serenidad y paciencia, mucha paciencia”, una de ellas, habla de la fortaleza física y los poderes mentales de Kalimán, que “salvado de las aguas como Moisés, fue criado en la selva y forjado en el Tíbet”. Además, dice que era “un conquistador de los corazones de las mujeres que se cruzaban en sus aventuras”.

Y otro: “No hay fuerza mas poderosa que la mente humana y quien domina la mente lo domina todo”, que lleva a hablar de la importancia de la radiodifusión en Colombia cuando empezaron a llegar las radionovelas de Cuba, que fueron las primeras que se oyeron en el país.

Uno más es “Un largo camino se inicia con el primer paso”, que lleva a la construcción de país y memoria a través de un personaje y unas historias alucinantes que hicieron parte de nuestra cotidianidad.


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