En medio del ruido del mundo y de las heridas que deja el dolor, Kairós se levanta como un centro terapéutico y espiritual donde sanar no significa solo dejar una sustancia, sino reconciliar el cuerpo, la mente, la emoción y el espíritu.
Su propósito es ofrecer a cada asistente una nueva forma de sanar, guiada por profesionales de distintos campos de la salud y la espiritualidad, que acompañan con respeto y amor cada proceso de transformación.
En este lugar, más que tratamientos, se viven encuentros humanos. La oración, el testimonio, el servicio y la convivencia se convierten en herramientas de crecimiento interior. Cada persona es recibida sin etiquetas ni juicios, comprendiendo que todos llevamos una historia que merece ser escuchada.
Felipe, uno de sus impulsores, dice que Kairós no es un centro, sino una familia que cree en los segundos comienzos. Aquí, la fe se convierte en medicina, la empatía en abrigo y la esperanza en camino.
En cada sonrisa recuperada y en cada abrazo reconciliado, se revela la esencia de Kairós: un espacio donde el amor de Dios restaura, donde el pasado no condena y donde cada día es una oportunidad para volver a empezar, más libres, más plenos, más humanos.
