Junior dejó escapar la victoria en Medellín ante el DIM

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Junior dejó escapar una oportunidad de oro en su visita a Medellín, donde terminó empatando 2-2 en un partido vibrante. Los goles de José Enamorado al minuto 47 y Jesús David Rivas al 53 pusieron a los rojiblancos en ventaja parcial, pero no pudieron sostener el resultado frente a la reacción local. Más allá del marcador, la gran historia de la noche tuvo como protagonista a Federico Paiva.

El delantero uruguayo tuvo en sus pies la posibilidad de darle la victoria a Junior desde el punto penal, pero su remate fue atajado por Éder Chaux en una acción que levantó al público en el Atanasio Girardot. La intervención del arquero rival fue determinante, y ese instante cambió el rumbo de un partido que pudo haber terminado con un triunfo visitante.

Paiva, consciente del peso de la jugada, salió visiblemente afectado tras ser sustituido minutos después. En su camino hacia el banco de suplentes no pudo contener las lágrimas, reflejando la frustración de haber dejado escapar una chance clara de gol en un momento crucial. La imagen del atacante desconsolado se convirtió en uno de los episodios más emotivos de la jornada.

En cuanto al desarrollo, Junior fue el equipo con mayor capacidad ofensiva: registró 14 remates frente a los 10 de Medellín, y cinco de esos disparos fueron directos al arco. El volumen de ataque estuvo, pero la contundencia faltó en la jugada más determinante de la noche.

Con el 46% de posesión y 258 pases completados con un 68% de precisión, Junior mostró que supo manejar lapsos del encuentro pese a no tener el dominio absoluto de la pelota. Su estrategia fue más directa, buscando explotar espacios y sorprender a un Medellín que se vio obligado a correr detrás del marcador.

En el aspecto físico, Junior cometió 15 faltas y recibió tres tarjetas amarillas, evidenciando un partido intenso y disputado. Además, generó siete tiros de esquina frente a los tres del local, lo que refleja la insistencia ofensiva de un equipo que buscó por todas las vías el tanto que les diera la diferencia.

El empate deja al Junior con sentimientos encontrados: por un lado, la satisfacción de haber competido y generado opciones de gol; por el otro, la amargura de un penal fallado que pudo cambiar la historia. La imagen de Paiva llorando en el banco resume la frustración de un club que estuvo a punto de llevarse los tres puntos y que ahora deberá recomponer fuerzas para las próximas jornadas del Clausura.


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