Familiares denuncian el homicidio de un joven de 21 años dentro de un establecimiento comercial ubicado en un sótano donde se realizan fiestas con un alto consumo de drogas, indican que allí no existe ningún tipo de control y que no hay presencia del distrito ni la Policía para controlar este tipo de lugares.
El joven vivía aún con sus padres en Mosquera y aquella noche pidió permiso para salir a una fiesta con sus amigos del trabajo. Pero, como el evento era en Bogotá, llamó a Carolina, su hermana, y le pidió permiso para llegar tarde a su casa y quedarse a dormir allí. Sobre las 11:30 de la noche Andrés habló con su mamá y le informó que ya se encontraba en Bogotá, en la Avenida Jiménez No. 5-36, detrás del Museo del Oro y que se disponía a entrar en la reunión. “Cuando llegué a donde mi hermana te marco, má”, eso fue lo último que se conoció de la víctima.
Andrés Benavidez tenía solo 21 años y era estudiante de audiovisuales. Era absolutamente dedicado a sus estudios y eso le había permitido mantener un promedio de 4.5 en sus notas. Trabajaba en una empresa internacional de paneles solares y había comprado su apartamento y lo estaba pagando a cuotas.
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A las 3 de la madrugada no se conocía información de Andres, por lo que en repetidas ocasiones la madre le marcaba a su celular, después de varias llamadas una mujer le contestó y le dijo: “Si quiere saber sobre su muchacho la esperamos en la clínica San Ignacio”, era una enfermera. Quién se acercó a la clínica fue su hermana Carolina y allí recibió la terrible noticia, su hermano había fallecido. La única información que le dijeron es que unos hombres, con apariencia de personal de seguridad, lo habían llevado en un taxi y dejado allí registrándose con un nombre y una cédula falsa.
El diagnóstico del joven fue aún más devastador para la familia. El personal de salud les informó que había muerto por un paro cardiorrespiratorio debido a una sobredosis de droga, cosa que sus familiares nunca imaginaron.
La familia instaurará acciones legales contra todos los involucrados, amigos, personal de seguridad y al establecimiento, pues es la hora en que se desconoce qué sucedió en realidad y solo algunos datos que fueron brindados por su amigos les permitieron establecer una hipótesis pero nada confirmado.




