En el barrio Alfonso Bonilla Aragón, al oriente de Cali, un hecho violento estremeció a la comunidad. José Abelardo Otálvaro Rivero, de 52 años, fue asesinado cuando acudió a una de sus propiedades para cobrar el arriendo pendiente a uno de sus inquilinos. El hombre, residente del barrio Poblado II, había dedicado su vida a trabajar con esfuerzo y arrendaba varias casas como sustento económico. Sin embargo, su visita terminó en tragedia luego de una discusión con un arrendatario que llevaba meses sin pagar.
Tragedia
Testigos del sector aseguran que José Abelardo llegó en horas de la tarde con la intención de dialogar pacíficamente. Sin embargo, el inquilino, alterado por la reclamación, sacó un arma blanca y posteriormente le propinó un disparo en la cabeza, causándole la muerte de manera inmediata. El crimen generó indignación entre vecinos, quienes alertaron a las autoridades y lamentaron que un acto cotidiano como cobrar un arriendo terminara en una pérdida irreparable.
Dolor
La Fiscalía y unidades del CTI se desplazaron hasta el lugar para realizar la inspección técnica al cadáver y recopilar pruebas que permitan identificar y capturar al responsable. La familia del señor Otálvaro, compuesta por siete hermanos, pidió a las autoridades que el crimen no quede impune y que se haga justicia por un hombre trabajador, alegre y querido por todos.
Según sus allegados, José Abelardo era una persona extrovertida, amante del baile, las cartas y el billar. “No se metía con nadie, solo quería cobrar lo que era suyo”, expresó uno de sus familiares. El hecho ha dejado un profundo vacío entre sus seres queridos, quienes no comprenden cómo una simple deuda terminó en una tragedia.
Mientras avanza la investigación, la comunidad del Poblado II y el barrio Bonilla Aragón se unen en rechazo a la violencia que cada vez cobra más vidas inocentes. En tanto, sus familiares esperan que la memoria de José Abelardo no sea olvidada y que su historia sirva para exigir mayor protección a los ciudadanos que solo buscan defender su sustento con dignidad.
Vecinos del barrio Poblado II describieron a José Abelardo Otálvaro Rivero como un hombre amable, trabajador y muy querido por su comunidad. Siempre se le veía compartir con sus amigos en partidas de cartas o juegos de billar, y era conocido por su buen humor y generosidad. Su muerte dejó consternación entre quienes lo conocían desde niño, pues no entienden cómo un simple reclamo por un arriendo terminó de forma tan violenta. “Era un hombre tranquilo, nunca buscaba problemas”, dijeron varios residentes que hoy piden justicia y mayor seguridad en los barrios donde la intolerancia sigue cobrando vidas.




