Con una mezcla de dolor, frustración y dignidad, la periodista Jineth Bedoya Lima anunció públicamente que desistirá del proceso judicial que ha llevado durante más de dos décadas en busca de justicia por los crímenes que sufrió en mayo del año 2000. El anuncio fue hecho desde el Centro de Memoria Histórica en Bogotá, un escenario simbólico que ha acogido el testimonio de miles de víctimas, entre ellas el suyo, convertido en uno de los casos más emblemáticos de violencia sexual contra periodistas en América Latina.
Bedoya fue secuestrada, torturada y víctima de violencia sexual cuando realizaba una investigación sobre redes de paramilitarismo, tráfico de armas y corrupción dentro del sistema penitenciario colombiano. El ataque ocurrió en las afueras de la cárcel La Modelo, en Bogotá, en un contexto donde el silencio se imponía por la vía del miedo y el crimen. Desde ese momento, comenzó una travesía judicial marcada por la negligencia, la revictimización y el olvido institucional.
Un fallo internacional ignorado por el Estado colombiano
En 2021, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió una histórica sentencia que declaró responsable al Estado colombiano por las graves violaciones cometidas contra Bedoya. El fallo incluyó órdenes de reparación simbólica, garantías de no repetición y compromisos de seguimiento. Sin embargo, cuatro años después, la periodista denuncia que poco o nada ha cambiado: el proceso sigue estancado y sus agresores, en su mayoría, no han sido condenados. Peor aún, sigue siendo blanco de amenazas, incluso en medio de la lucha judicial.
«Este proceso me ha costado la vida en muchos sentidos. Me ha costado salud, seguridad, y hasta mi fe en la justicia. Por eso, hoy, con profundo dolor, anuncio que me retiro. No puedo seguir suplicándole al Estado que haga lo que le corresponde», declaró Bedoya visiblemente afectada.
Una impunidad que retrata el abandono institucional
La decisión de Bedoya no solo es un grito personal de cansancio, sino una alerta sobre el estado de la justicia en Colombia frente a los crímenes de género y los casos que involucran a actores armados y estructuras del poder. La periodista ha reiterado que su retiro del proceso no significa resignarse al silencio: continuará denunciando, visibilizando y exigiendo garantías para otras mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado.
“No desisto de mi seguridad, porque las amenazas continúan. Lo que dejo atrás es un camino de engaños y simulaciones por parte de un sistema judicial que nunca estuvo realmente dispuesto a escucharme ni a protegerme», afirmó.
Organismos de derechos humanos, sectores del periodismo y comunidades de víctimas han expresado su respaldo a Bedoya y su lucha incansable. También han hecho un llamado urgente al Estado colombiano para que no permita que un caso como este quede enterrado en los archivos de la impunidad.
Jineth Bedoya, reconocida internacionalmente por su valentía y su labor periodística, seguirá siendo una voz incómoda para los violentos, pero también un reflejo del costo que implica buscar justicia en un país donde el olvido a veces parece más poderoso que la verdad.



