La noche era mas oscura que de costumbre y silenciosa en el barrio Recanto, de Jamundí, cuando los disparos se escucharon
en la calle 3b # 22-11. La comunidad, acostumbrada a la tranquilidad de la zona, se sumergió en un
estado de pánico y confusión.
Andrés Figueroa, un joven lleno de sueños y esperanzas, fue víctima de un ataque con arma de
fuego. Los vecinos, alarmados por el estruendo, salieron de sus casas para encontrarlo tendido en el suelo, luchando por su vida.
El miedo se apoderó del lugar mientras llegaban las sirenas de la ambulancia. Los paramédicos trabajaron con rapidez y determinación, intentando estabilizar a Andrés antes de trasladarlo a la clínica Valle del Lili.
En el trayecto, sus signos vitales fluctuaban, y los paramédicos se esforzaban al máximo para mantenerlo con vida. Sin embargo, la gravedad de sus heridas era evidente.
En la clínica, los médicos no escatimaron esfuerzos. Andrés fue llevado inmediatamente a la sala de emergencias, donde un equipo de profesionales se enfrentó a la ardua tarea de salvarlo. Durante horas, la sala de espera se llenó de familiares y amigos, todos con la esperanza de recibir buenas noticias. Pero la muerte, implacable y fría muerte ya tenía otros planes.
Andrés falleció en la madrugada, dejando un vacío inmenso en el corazón de quienes lo conocieron. La noticia de su muerte se propagó rápidamente, y las redes sociales se inundaron de mensajes de despedida.
Sus allegados, devastados por la tragedia, expresaron su dolor y compartieron sus recuerdos más preciados.




