La reciente escalada bélica entre Irán, Israel y Estados Unidos ha expuesto una realidad estratégica que preocupa a Teherán: su creciente aislamiento internacional. Tras el ataque del 13 de junio, en el que Israel destruyó instalaciones nucleares iraníes y eliminó figuras clave del aparato militar y científico del país, la respuesta iraní ha sido limitada y poco efectiva.
El contraataque con misiles por parte de Irán fue rápidamente contenido, y días después, Estados Unidos lanzó una ofensiva que golpeó con fuerza las ya debilitadas capacidades nucleares del régimen, utilizando armamento altamente especializado. Esta operación se vio facilitada, en gran parte, por la “soledad estratégica” en la que se encuentra Irán.
Tradicionalmente respaldado por grupos como Hamás en Gaza o Hezbolá en Líbano, Irán ha visto cómo estos actores quedaban neutralizados por la ofensiva israelí en los últimos meses. La falta de aliados efectivos ha dejado a Teherán con un margen de maniobra reducido y sin un bloque regional sólido que lo respalde frente a las potencias occidentales y sus rivales históricos.




