Investigan las causas de la muerte de estudiante universitaria de Guachucal

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El corazón del departamento de Nariño amaneció de luto. La noticia del fallecimiento de Angie Paola Tobar Calpa, una joven de 26 años llena de vida, sueños y esperanzas, corrió como pólvora entre las calles de Guachucal, su tierra natal. Su rostro, antes iluminado por la ilusión de graduarse como ingeniera administrativa en la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, hoy adorna carteles de dolor, indignación y memoria.

Angie Paola desapareció el pasado 27 de agosto, en una tarde que parecía normal. Viajaba junto a un amigo por la vía que conecta Popayán con Piendamó, cuando un retén ilegal les cerró el paso. Según versiones oficiales, los hombres armados que los detuvieron se identificaron como miembros de las disidencias de las FARC — Bloque Dagoberto Ramos—, grupo que ha sembrado terror en esa región del Cauca. Los obligaron a descender del vehículo, apuntándoles con armas largas, y desde ese instante el silencio se apoderó de todo.

Desesperación

Durante semanas, su familia emprendió una búsqueda desesperada. Las redes sociales se inundaron con su foto y su nombre: “Ayúdenos a encontrar a Angie Paola Tobar Calpa”. Su madre, entre lágrimas, rogaba cada día que alguien diera una pista, una señal, un milagro. Pero el milagro no llegó.

La Universidad Nacional, institución que hoy la llora, confirmó oficialmente su muerte, un desenlace que nadie quería escuchar. El comunicado emitido por la sede Medellín expresó el “profundo dolor de toda la comunidad universitaria” y anunció un homenaje en su memoria que se realizará el próximo 24 de octubre al mediodía, en las escalinatas del Bloque 24 del campus El Volador. Allí, compañeros y profesores encenderán velas y levantarán su voz para exigir verdad, justicia y memoria.

Consternación

“Angie no era solo una estudiante. Era una mujer brillante, disciplinada, con sueños claros y una fe inmensa en el poder de la educación. Su partida nos deja un vacío imposible de llenar”, expresó entre sollozos una de sus compañeras de clase.

Mientras en Medellín se preparan para honrar su nombre, en Guachucal, su pueblo natal, la tristeza es insoportable. Vecinos, amigos y familiares recuerdan a Angie como una joven amable, comprometida y profundamente orgullosa de sus raíces nariñenses.

“Siempre decía que quería volver a su tierra para crear oportunidades y que nadie tuviera que irse por falta de trabajo”, contó su tía, con la voz quebrada por el dolor.

Indignación

La incertidumbre sobre las circunstancias de su muerte aumenta la indignación colectiva. Las autoridades aún no revelan detalles del hallazgo del cuerpo ni las causas del deceso. Se sabe que su acompañante, Adrián Marcillo, también había sido reportado como desaparecido, pero hasta el momento se desconoce su paradero.

Organizaciones sociales y defensores de derechos humanos exigieron que el caso no quede en la impunidad. “Este crimen refleja la grave situación de seguridad en los corredores del Cauca, donde la guerra sigue cobrando víctimas inocentes. No puede ser que los jóvenes sigan muriendo por el simple hecho de transitar por una carretera”, manifestaron en un comunicado. El nombre de Angie Paola se ha convertido en símbolo de resistencia. Universitarios en distintas sedes del país han convocado vigilias y plantones en su memoria, con pancartas que claman: “Por Angie y por todas las que faltan”. En redes sociales, miles de mensajes la despiden con amor y rabia, reclamando un país donde estudiar no sea una sentencia de muerte.


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