En julio de 2025, la influencer sudafricana y ex kitesurfista Michelle Sky Hayward publicó un clip que se volvió viral en redes como Instagram y TikTok. En el video, aparece nadando en una espuma blanca en la playa de Bloubergstrand, cerca de Ciudad del Cabo, mientras declara que el agua “estaba salada” y parece disfrutar la experiencia sin sospechar nada extraño.
Poco después, numerosos seguidores empezaron a comentar que esa espuma no era natural, sino que probablemente provenía de aguas residuales contaminadas, e incluso afirmaron que contenía heces. Michelle reaccionó con sorpresa, grabando un segundo video donde explicaba que había visto el agua más oscura de lo habitual y, tras leer los comentarios, llegó a la conclusión de que se trataba de aguas negras vertidas en el mar cercano.
Mientras algunos usuarios defendieron que podría tratarse de espuma marina natural, producto de un florecimiento de algas o del oleaje, residentes locales comentaron que en días anteriores se habían reportado fugas sanitarias en la costa.
Aunque Michelle aseguró que no sufrió ningún problema de salud tras el incidente, se generó una fuerte discusión sobre los riesgos de bañarse en playas urbanas sin certificar la calidad del agua. El video desató reacciones que variaron entre el asombro, el rechazo y la crítica hacia las condiciones de saneamiento en varias zonas costeras sudafricanas.
Este caso pone en evidencia la importancia de verificar el entorno antes de publicar contenido en redes sociales, y reflexionar sobre cómo la contaminación ambiental puede pasar desapercibida incluso en momentos aparentemente inocentes.
