En la madrugada de este sábado, el pequeño Gabriel José Narváez, de solo 8 años, falleció en la UCI pediátrica del Hospital Universitario de Neiva. El niño luchaba contra el síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad neurológica grave que lo tenía atrapado en un oscuro túnel de dolor. Lo que debería haber sido un día de celebración, pues Gabriel cumpliría años este domingo, se convirtió en una noche de lágrimas y preguntas sin respuesta.
Su madre, Lina Marcela Pinto, venezolana y desesperada, había denunciado días antes que su hijo no estaba recibiendo el tratamiento vital que requería. La falta de afiliación a una EPS impidió que le suministraran la inmunoglobulina, medicamento clave para frenar la enfermedad. La pregunta que ahora ronda en el aire es: ¿fue esta negligencia médica la causa real de la muerte del niño?
Dudas inquietantes
La familia y la comunidad se preguntan si Gabriel pudo haber tenido una oportunidad si el sistema de salud no hubiese fallado en la burocracia y la demora en acceder a un tratamiento esencial. Lina Marcela señala con angustia que la condición migratoria de su hijo bloqueó el camino hacia la atención especializada que él necesitaba urgentemente.
Mientras tanto, médicos y funcionarios guardan silencio. ¿Hubo realmente la voluntad de salvar la vida del pequeño? ¿O fueron las barreras administrativas un muro infranqueable que condenó a Gabriel? La falta de una respuesta clara aumenta el misterio que rodea este caso y deja a la familia en un estado de desesperanza y búsqueda de justicia.
Solidaridad urgente
Ante esta tragedia, la familia de Gabriel clama por la solidaridad de la comunidad para darle una cristiana sepultura digna. El peso de la pérdida se suma a las dificultades económicas y sociales que enfrentan. La madre, con voz quebrada, agradece a quienes ya les han tendido la mano, pero insiste en que la ayuda sigue siendo necesaria.
Para quienes quieran colaborar, pueden comunicarse al 324 441 5939 y acompañar en este duro camino de duelo y lucha por verdad y justicia. La historia de Gabriel no debe quedar en el olvido ni ser solo una estadística más.
Este caso pone en evidencia la urgente necesidad de revisar los protocolos de atención para migrantes y evitar que más familias vivan el drama de perder a sus seres queridos por fallas en el sistema. Mientras tanto, el eco de las preguntas sobre la muerte del niño persiste, y su recuerdo permanecerá en el corazón de quienes reclaman justicia y cambio.
Al cierre de esta edición, el grupo de redacción del periódico Extra Huila esperaba un comunicado oficial por parte del Hospital Universitario de Neiva, donde falleció el menor. Sin embargo, dicha información nunca llegó, aumentando aún más la incertidumbre y la inquietud sobre este caso.



