Incompetencia despierta furia popular.

[responsivevoice_button voice="Spanish Latin American Male" buttontext="Escuchar Noticia"]
Compartir en

El pueblo tunjano corre el peligro de seguir a un gobernante que, con su arrogancia y decisiones desastrosas, está llevando a la ciudad hacia la ruina económica.

Tunja enfrenta una grave crisis, y el principal responsable de este desastre es el alcalde, Mikhail Krasnov. Con su Decreto 0475, que impone restricciones de tránsito en el Centro Histórico, ha dado el golpe de gracia al comercio local, sin considerar las consecuencias para los miles de tunjanos que dependen de este sector para sobrevivir. Mientras los ciudadanos claman por ser escuchados, el alcalde se empecina en llevar a la ciudad hacia la ruina, como si el sufrimiento de su gente fuera un precio aceptable por sus «reformas».

El 92,3 % de los comerciantes advierte que el decreto destruirá el flujo de clientes, pero el alcalde continúa justificando su medida con promesas vacías. El 88,4 % de los comerciantes prevé una caída en sus ventas, lo que indica que el impacto económico será catastrófico, pero a Krasnov no le importa. No le importa el futuro de las familias que viven de los pequeños negocios, ni los empleos que se perderán, ni la economía que se está desplomando. Su arrogancia y desconexión con la realidad lo han convertido en un líder insensible que antepone su ego y sus intereses a las necesidades reales de la ciudad.

La capacidad de diálogo y consenso brilla por su ausencia. Los tunjanos no piden que el alcalde sea un superhéroe, solo que escuche a su pueblo. Sin embargo, ha decidido imponer una dictadura de tránsito que no responde a las verdaderas necesidades de la comunidad. El 86,5 % de los comerciantes ya ha dicho que este decreto no trae beneficios, pero Krasnov sigue adelante con su plan, ignorando a quienes realmente están pagando el precio de sus decisiones.

Este alcalde ha demostrado que no le importa lo que piensa la gente. Ni los comerciantes, ni los residentes, ni los empresarios que ven cómo la ciudad se desploma bajo su mandato. Krasnov está tomando decisiones que afectan a todos, pero sin la mínima voluntad de escuchar a los afectados. El 76,9 % de los comerciantes ni siquiera ha considerado estrategias para adaptarse a esta medida, porque saben que el daño ya está hecho. Y mientras el alcalde se aleja de la realidad, los tunjanos luchan por salvar sus negocios y empleos.

El gobierno local ha mostrado un total desdén por las consecuencias de sus actos, y el pueblo lo sabe. Tunja no necesita un alcalde que se crea por encima de todos, que se niegue a reconocer los errores de su gobierno y que se empeñe en implementar medidas sin respaldo popular. Este no es el cambio que los tunjanos pedían ni el que necesitaban. Krasnov ha traicionado a su pueblo con una arrogancia sin precedentes. Es hora de que los tunjanos se den cuenta de que este alcalde no está pensando en ellos, y es hora de que le exijan rendir cuentas por los daños irreparables que ha causado a la ciudad. Este decreto es solo la punta del iceberg de una administración que no tiene interés en escuchar a quienes realmente construyen la ciudad. Y mientras el alcalde se sigue aferrando a su fantasía de progreso, Tunja sigue pagando el precio de su necedad.


Compartir en

Te Puede Interesar