Incertidumbre por el paradero de un joven bonaverense

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La desesperación y el dolor se han convertido en parte cotidiana de la vida de la familia de Rafael Antonio Londoño Caicedo, un hombre oriundo del puerto de Buenaventura y residente en la zona rural del Bajo Calima, quien permanece desaparecido desde hace aproximadamente cuatro meses. Desde entonces, su familia no ha tenido noticias claras sobre su paradero, lo que ha generado una creciente preocupación, alimentada además por los hallazgos recientes de cuerpos sin vida en la región.

Caso

Martha Cecilia Caicedo, madre del desaparecido, compartió con un medio de comunicación local el drama que atraviesa su familia. “Hace cuatro meses no sabemos nada de él y hemos estado preguntando dónde está. En el mes de enero nos llamó, fue la última llamada y hasta ahora no hemos sabido nada de él”, relató con evidente tristeza. La incertidumbre se agravó cuando, semanas después, recibieron una inquietante llamada anónima: “A nosotros nos llegó una llamada y decían que no lo buscáramos, que él estaba muerto. Pero hasta el momento no lo vemos ni vivo ni muerto”. El caso de Rafael Londoño no es aislado. La región de la zona rural ha sido escenario de múltiples hechos violentos y desapariciones forzadas en los últimos tiempos. Su madre expresó su preocupación por esta situación y teme que su hijo pueda estar entre los cuerpos sin identificar que han aparecido flotando en aguas cercanas. “No sabemos nada, ya que según dicen que aparecieron unos cuerpos flotando en el Bajo Calima, pero no sabemos si entre ellos está él”, dijo, aún con la esperanza de recibir alguna noticia concreta que le permita saber la verdad.

Martha Cecilia Caicedo, busca a su hijo Rafael.

Inquietud

Rafael, de oficio minero y al corte de madera, reside en esta zona donde estas actividades económicas son comunes, pero también donde la presencia de actores armados ilegales y bandas delincuenciales ha incrementado los riesgos para sus habitantes. La señora Martha aseguró que ya interpuso la denuncia formal ante las autoridades competentes, esperando que se activen de forma urgente los mecanismos de búsqueda establecidos para este tipo de casos. Hasta ahora, según afirmó, no ha recibido avances significativos por parte de los organismos encargados de la investigación. “Nosotros lo que queremos es saber algo, lo que sea. No podemos vivir así, sin saber si está vivo o muerto. Es una tortura”, manifestó. Este hecho pone de relieve la difícil situación humanitaria que aún se vive en varias zonas rurales del Pacífico colombiano.


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