El kéfir es una bebida fermentada de origen ancestral, elaborada a partir de leche (de vaca, cabra, oveja, entre otras) o agua azucarada, gracias a la acción de un conjunto de bacterias probióticas y levaduras conocidas como gránulos de kéfir. Su importancia radica en varios aspectos nutricionales, digestivos y culturales:
1. Aporte nutricional
- Contiene proteínas de alta calidad, vitaminas del grupo B, vitamina K, calcio, magnesio y fósforo.
- Presenta compuestos bioactivos derivados de la fermentación, como péptidos con propiedades antioxidantes.
2. Probióticos y salud intestinal
- Es rico en bacterias beneficiosas (como Lactobacillus kefiri) y levaduras que equilibran la microbiota intestinal.
- Ayuda a mejorar la digestión y a prevenir problemas como estreñimiento, diarreas o inflamación intestinal.
- Puede reducir la intolerancia a la lactosa, ya que las bacterias consumen gran parte de ella durante la fermentación.
3. Fortalecimiento del sistema inmune
- Sus probióticos estimulan las defensas naturales del organismo.
- Algunos estudios sugieren que el kéfir ayuda a disminuir procesos inflamatorios y a reforzar la respuesta inmunitaria frente a infecciones.
4. Beneficios metabólicos
- Puede contribuir al control de la glucosa en sangre y la regulación del colesterol.
- Se estudia su papel en la prevención de la hipertensión y el sobrepeso gracias a sus efectos en el metabolismo.
5. Accesibilidad y sostenibilidad
- Es económico y fácil de preparar en casa.
- Sus gránulos se multiplican, lo que garantiza una producción continua y accesible.
6. Importancia cultural
- Tiene una larga tradición en el Cáucaso, Europa del Este y Medio Oriente.
- Hoy en día es considerado un “superalimento” global, por su versatilidad y beneficios para la salud.
En resumen: el kéfir es importante porque combina nutrición, probióticos y accesibilidad, siendo una herramienta natural para mantener la salud intestinal y general.
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