En 2025, Boyacá vuelve a engalanarse con las raíces del campo con la organización de la 52.ª edición del Festival Internacional de la Cultura, también denominada Festival Internacional de la Cultura Campesina (FICC). Este evento, programado entre el 2 de octubre y el 2 de noviembre, tiene como eje principal exaltar la identidad campesina, los oficios del territorio y el papel del campo como semilla de cultura.
Origen y cambio de fecha: un ajuste ante los retos
Inicialmente estaba prevista para llevarse a cabo entre el 6 y el 18 de agosto, pero fue pospuesta debido a problemas logísticos, los efectos de la ola invernal en el departamento y las manifestaciones relacionadas con los paros minero-parameros. Este aplazamiento permitió reordenar la logística, contemplar mejor los escenarios rurales y garantizar una mayor articulación con las comunidades campesinas.
Este ajuste también sirvió para reforzar la conexión simbólica del festival con su lema: “El arte y los oficios del campo, donde todo nace”.
Qué significa “identidad campesina” en esta edición
Para esta versión, la identidad campesina es entendida no solo como un pasado a evocar, sino como una fuerza viva: aquellas expresiones culturales, saberes ancestrales, prácticas agrícolas, oficios artesanales y modos de vida que construyen una memoria colectiva. Se reconoce al campesino y la campesina no sólo como productores de la tierra, sino también como creadores culturales.
El festival reúne ocho líneas artísticas —literatura, cinematografía, muralismo, música, patrimonio, narración oral/cuentería, artesanía y artes plásticas, danza, comparsas y teatro— con participantes de 18 países y 15 departamentos del país. Además, incluye la feria CosechArte, un espacio para productos agroindustriales, emprendimientos campesinos, gastronomía, turismo rural y un mercado campesino.
México es el país invitado este año, mientras que el departamento del Huila es el departamento hermano de honor.
Lanzamientos, inauguraciones y recorrido territorial
El lanzamiento local tuvo lugar el 13 de septiembre en Iza, con espectáculos de música, poesía y danza, anunciando la programación descentralizada en los municipios. Por su parte, la presentación nacional se realizó el 18 de septiembre en Bogotá, donde participaron coros, agrupaciones musicales y compañías artísticas.
El 2 de octubre, coincidiendo con el Día de la Boyacensidad, arrancará el desfile inaugural en Tunja con más de 6.000 participantes de los 123 municipios del departamento, con carrozas artesanales, comparsas, bandas y expresiones culturales de todas las provincias. Luego del acto central en Tunja, se desplegarán caravanas artísticas que recorrerán 38 municipios, llevando artistas nacionales e internacionales a escenarios rurales y urbanos.
Los conciertos de gran formato se concentrarán en Tunja los días 1 y 2 de noviembre, mientras que otros géneros musicales tendrán escenarios en Paipa, Duitama, Sogamoso, Chiquinquirá, Puerto Boyacá y más municipios.
Impacto cultural, económico y simbólico
Uno de los efectos más visibles del festival es dinamizar la economía local: campesinos, artesanos y emprendedores tienen oportunidades de comercialización. Además, sirve como vitrina para oficios tradicionales, rescate de saberes ancestrales y fortalecimiento del tejido cultural rural.
A inicios de 2025, el Congreso de la República aprobó la ley que declara al Festival Internacional de la Cultura de Boyacá como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, reconociendo formalmente su trayectoria y su valor simbólico para la identidad regional y nacional. Esta declaratoria implica que el Ministerio de las Culturas, en coordinación con la Gobernación de Boyacá y autoridades locales, deberá destinar recursos y acciones para su preservación, divulgación y sostenimiento.
Testimonios y ejemplos del “Territorio FICC”
En la marcha descentralizada del festival, municipios como Sutatenza se convierten en epicentros culturales. Por ejemplo, el pasado 11 de octubre, Sutatenza vivió una jornada artística con música, danza, narración oral y participación local, en la que se reconoció su legado como cuna de la educación campesina gracias a Radio Sutatenza.
Otro municipio, Pesca, fue escenario de un intercambio cultural con México: en el parque central y el coliseo local se presentaron espectáculos de música, danza y teatro que mezclaron la identidad campesina boyacense con expresiones del país invitado.
Estas jornadas territoriales permiten que el festival no solo ocurra en la capital del departamento, sino que llegue al corazón de las comunidades rurales, generando arraigo cultural, visibilidad y cohesión entre lo local y lo nacional.
Desafíos y expectativas
Entre los desafíos figuran garantizar infraestructura escénica adecuada en zonas rurales, conectividad para trasladar artistas y público, y que la descentralización no debilite la atracción en Tunja, sino que la complemente. También hace falta asegurar que las comunidades puedan apropiarse del festival, no solo como espectadores, sino como coproductores culturales.
Las expectativas son altas: el FICC aspira a fortalecer el sentido de pertenencia al campo, proyectar los oficios campesinos como motor cultural y fomentar un diálogo cultural con otras regiones e incluso otros países.




