Huertas interculturales

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La Fundación Nadeco impulsa procesos de soberanía alimentaria en comunidades locales a
través de semillas, saberes y prácticas ancestrales.

  1. Destacado
    La iniciativa fortalece la identidad cultural y promueve la autonomía en medio de la crisis
    climática y alimentaria.
    En el municipio de Caloto, norte del Cauca, las comunidades están apostándole a un
    modelo alternativo frente a la crisis alimentaria global y los efectos del cambio climático. A
    través de las huertas interculturales, impulsadas por la Fundación Nadeco mediante la
    Modalidad Propia e Intercultural, hombres, mujeres, niños y sabedores se organizan para
    cultivar alimentos de manera local, sana y sostenible.
    La propuesta va mucho más allá del simple hecho de sembrar. En estos espacios
    comunitarios se produce alimento para el autoconsumo, pero también se fortalece la
    soberanía alimentaria, entendida como el derecho de los pueblos a definir sus propias
    prácticas agrícolas y a proteger sus semillas nativas. De esta forma, los habitantes de
    Caloto reafirman su autonomía frente a los mercados globales y las presiones externas que
    afectan sus modos de vida.
    Un aspecto central de la iniciativa es la recuperación de saberes ancestrales. Las
    comunidades, a través del intercambio de semillas, los ciclos de la tierra y la transmisión de
    conocimientos entre generaciones, mantienen vivas prácticas que durante años
    garantizaron el sustento y la identidad de la región. El proceso intercultural reconoce el valor
    de la diversidad étnica y cultural de Caloto, donde conviven comunidades indígenas,
    afrodescendientes y campesinas.
    Para quienes participan en estas huertas, sembrar significa más que producir. Significa
    dignidad, autonomía y resistencia. En tiempos de incertidumbre, cuando los precios de los
    alimentos aumentan y el clima altera los ciclos productivos, estas huertas se convierten en
    una respuesta concreta desde los territorios. Son un mensaje claro sobre la importancia de
    proteger la tierra, cuidar las raíces y garantizar que las futuras generaciones hereden
    semillas libres y prácticas sustentables.
    Además, el proceso ha generado cohesión comunitaria. Familias enteras participan en la
    preparación de la tierra, la siembra, el cuidado de los cultivos y la cosecha. Este trabajo
    compartido fortalece los lazos sociales y reafirma la identidad cultural como un eje de
    resistencia frente a la homogenización impuesta por los modelos industriales de producción
    de alimentos.
    La Fundación Nadeco ha insistido en que el reto es seguir expandiendo las huertas y
    consolidando una red que permita garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria en la
    región. El mensaje que sale desde Caloto es contundente: cuando una comunidad se
    organiza en torno a la tierra, florecen vida, dignidad y esperanza para todos.
    Pie: Luis Lucumi, representante legal.

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