Sembrar es una actividad que se ha desarrollado por generaciones. Infortunadamente, la modernidad y la reducción de los espacios en los hogares la han llevado a perder vigencia. Pero la Alcaldía y la Arquidiócesis de Cali están interesadas en preservarla. Por eso, promueven su reactivación a través de las huertas comunitarias.
Estos espacios creados, diseñados y desarrollados por gestores, líderes de la comunidad, tienen como pilar fundamental, el servicio. Así lo manifiesta Dora Gil, la gestora y líder de la huerta que, desde hace 5 años, hace parte del comedor comunitario llamado el Pan de Dios, en la comuna 21. Ella realiza esta labor sin egoísmo, por ello, cualquier persona, participe o no de las actividades de la huerta, puede beneficiarse de lo que allí se cultiva. “Todo lo que sale acá se comparte, nada se vende, todo es regalado”, comenta Dora.
Y son la misma Alcaldía, la Arquidiócesis, el Dagma y hasta Veolia, quienes les ofrecen capacitaciones y asesorías para el manejo y funcionamiento de la huerta. Pero Dora no se queda con eso, “como ahora existe Google, ahí busco cuando tengo inquietudes”. Porque ella tiene claro cuál es el siguiente paso: “necesitamos organizar este encerramiento para ampliarlo un poquito. Acá no tenemos problema de usar este espacio, porque la gente sabe que es para bienestar de comunidad”.
La Arquidiócesis, la Alcaldía y el Dagma le donan semillas, libros, tierra, cascarilla de arroz y herramientas de trabajo (booguie o carretilla, barra, pica, pala, barretón), para poder desarrollar la huerta. En Cali, de acuerdo con la Secretaría de Bienestar, 125 comedores comunitarios cuentan con huertas comunitarias.




