Según las comunidades, cuando se prestaban a realizar algunas labores agrícolas, encontraron el cuerpo de una persona la cual había sido incinerada o quemada. Al igual indicaron que el cadáver presentaba heridas ocasionadas con arma de fuego. “Fue un momento de mucho terror, miedo, pánico; el ver la persona en semejante estado nos causó escalofrió; fue una escena demasiado fuerte, de esas que solo se observan en las películas de terror”, señalaron.
Debido a que la zona es de alto riesgo para las autoridades judiciales, líderes de la región en medio de un caso humanitario procedieron a tapar el cuerpo con sábanas, y trasladarlo hasta las instalaciones de la morgue, y dejarlo a disposición de los laboratorios de genética del Instituto Nacional de Medicina Legal donde los expertos forenses adelantaron la tipificación molecular y el cotejo de perfiles genéticos, con miras a establecer la plena identidad de la víctima y las causas de su muerte.
Conocido el caso ante los entes competentes y llevadas acabo todos los protocolos necesarios para saber de quien se trataba, se pudo conocer que la víctima respondía al nombre de José Bairon Sánchez Salinas de 27 años de edad, quien se dedicaba a los oficios de la agricultura y residía en la vereda La Unión de Cajibío.
En los procedimientos legales, los médicos forenses comprobaron que presentaba dos disparos a la altura de la cabeza y quemaduras de tercer grado en todo el cuerpo, las cuales habían destruido en un 80 por ciento la piel. La fiscalía general de la Nación inició una serie de indagaciones e investigaciones con el propósito de esclarecer las causas por las cuales lo torturaron y posteriormente lo asesinaron.
