En la conmemoración por los 40 años del asalto al Palacio de Justicia, escoltado por lágrimas, reclamos y memoria, magistrados, víctimas y familiares se congregaron en Bogotá para reivindicar la exigencia de verdad, justicia y reparación.
Ante decenas de asistentes, el arzobispo de la ciudad llamó a no pasar de la curiosidad al olvido, sino a abrazar una memoria que convoque al diálogo y a la cercanía con el sufrimiento ajeno.
Los representantes de las máximas instancias judiciales calificaron el episodio como un “martirio” y un sacrificio en nombre de la democracia, al tiempo que denunciaron “el pacto del silencio” que hasta ahora bloquea el conocimiento completo de lo ocurrido.
Familiares de magistrados auxiliares desaparecidos relataron cómo aún enfrentan el vacío de la impunidad, sin cuerpos identificados o respuestas claras, y exigieron que “la desaparición no sea un accidente” sino parte del desenlace de una irrupción violenta que no ha sido esclarecida.
La ceremonia, desarrollada en un ambiente solemne pero cargado de urgencia, exigió reparar los daños, reconocer a cada vida perdida o desaparecida y construir una paz basada en la memoria activa.
Frente a la penumbra de aquel 6 de noviembre de 1985, los oradores insistieron en que aún se espera “el primer rayo de un nuevo día en que la verdad florezca”.




