
- Este “romance arbóreo” nos invita a redescubrir y encontrar las historias que la ciudad tiene en sus parques, zonas verdes y bosques urbanos; a conectar con la naturaleza y, a propósito de la temporada, a celebrar el amor y la amistad en todas sus formas.
En el Parque de la Hormiga, junto a las últimas florescencias que durante septiembre adornan y aromatizan parques y zonas verdes de Cali, se desarrolla una historia de amor que por más de 90 años han protagonizado una pareja de longevos caleños, testigos presenciales del nacimiento del barrio El Limonar.
Este parque es un pequeño relicto boscoso ubicado a unos 200 metros frente a la antigua casona de La Hacienda, más exactamente entre las calles 13C y 13D y las carreras 65B y 65C. Quienes lo visitan descubren que allí permanecen dos ‘abuelos’, testigos silenciosos del tiempo: un majestuoso y centenario samán (Samanea saman), de más de 20 metros de altura; y una imponente ceiba (Ceiba pentandra), fundidos en un elegante y romántico abrazo. Según los cálculos más conservadores, así han permanecido por lo menos 80 años.
Este fascinante abrazo, que ha cautivado a los habitantes de la zona, es un símbolo de protección y de amor perdurable. El robusto samán, con su amplia copa, se erige y envuelve a la ceiba, entrelazando sus ramas en un gesto que protección y resguardo de su compañera, brindándole especial protección en la temporada de muda de hojas. A diferencia del samán, las ceibas son una especie caducifolia y al igual que los guayacanes, que por estos días adornan nuestra ciudad, una vez al año renuevan su follaje.
Hablando del ‘romance arbóreo’
Según Lina Marcela Botía Muñoz, subdirectora de Ecosistemas del Departamento Administrativo de Gestión del Medio Ambiente (Dagma), este “romance arbóreo” nos invita a redescubrir y encontrar las historias que la ciudad tiene en sus parques, zonas verdes y bosques urbanos; a conectar con la naturaleza y, a propósito de la temporada, a celebrar el amor y la amistad en todas sus formas.
“Cali es la ‘Capital Mundial de la Biodiversidad’, no solo por su ubicación en el Chocó Biogeográfico, que es la zona más biodiversa del planeta, sino por el relacionamiento de los caleños con la naturaleza. Sin darnos cuenta, quienes tenemos la fortuna de vivir en esta ciudad nos vamos haciendo todos unos expertos en biodiversidad”, consideró la funcionaria de la autoridad ambiental local.
Señaló que muestra de ese relacionamiento, los caleños saben el nombre de al menos 10 o 15 árboles. “Para un caleño, el zapote es un color, una fruta y un árbol; y no es extraño oírnos hablar de guásimos, ceibas, limonares, caracolíes, pinos, chiminangos, aguacatales, álamos, guayacanes, almendros, guaduales, acacias, sauces, robles, naranjos, morichales, mortiñales, cañaverales, cámbulos o písamos. Además de ser especies forestales, son los nombres de los lugares que habitamos, los barrios donde viven nuestros amigos”, reflexionó Botía Muñoz.
Un dato
En la década de los 50, Cali inició un proceso de transformación que dio pie a la urbanización de lo que ahora es el sur de la ciudad, incluyendo los predios de la antigua hacienda El Limonar. En ese contexto, se originaron barrios como Primero de Mayo, Guácimos, La Hacienda, Quintas de Don Simón, Capri y los ‘limonares’: Limonar, Gran Limonar, Bloques del Limonar, Brisas del Limonar, entre otros.
En la agenda
En los próximos días, técnicos y profesionales del grupo de Flora del Dagma, en desarrollo de actividades por un ‘Distrito más Verde’ en la Comuna 17, realizarán evaluaciones fitosanitarias a estos dos especímenes forestales. En el marco de dicha jornada, cuadrillas de Emergencias Arbóreas y Jardineros del Vivero Distrital, desarrollarán las intervenciones de mantenimiento que requieren estos individuos arbóreos centenarios, para que perdure su mensaje de respeto, amor y cuidado.




