Desde su vivienda en Barrio Obrero, en San Juan de Puerto Rico, Celia* expresa su desesperación: “Este encierro nos está volviendo locos”. Vive en uno de los sectores más representativos de la comunidad dominicana en la isla.
Hace cuatro años, Celia cruzó de manera irregular el peligroso Canal de la Mona desde República Dominicana, impulsada por una motivación poderosa: el amor. Su entonces pareja y padre de su hija le propuso comenzar una nueva vida juntos en Puerto Rico.
Aunque la travesía fue arriesgada, Celia siente que su valentía tuvo recompensa. Consiguió trabajo como mesera en un restaurante, empezó a recibir ingresos en dólares y logró establecerse en un entorno donde muchas historias como la suya se repiten: un barrio donde migrar no es la excepción, sino la norma.




