La hamburguesa casera es uno de los platos más preparados en todo el mundo porque combina sencillez, sabor y tradición. La clave de esta receta está en la calidad de la carne y en la técnica utilizada al cocinarla, lo que asegura una textura jugosa y un sabor inigualable que conquista cualquier paladar.
La elección de carne fresca, preferiblemente de ternera con un 20 % de grasa, es fundamental para que el resultado no quede seco durante la cocción. Al manipular la carne, es indispensable hacerlo con suavidad, evitando presionarla en exceso para que no pierda su jugosidad.
Trucos para conseguir hamburguesas perfectas
Uno de los trucos más efectivos es reposar las hamburguesas en la nevera durante veinte minutos antes de cocinarlas, lo que les permite conservar la forma y mejorar su consistencia.
Otro error común consiste en cocinar a temperatura baja, lo que arruina la textura. Al emplear un fuego medio-alto, la hamburguesa se sella por fuera y conserva jugosidad en el interior, alcanzando un punto perfecto. Para evitar que se encoja, basta con realizar una ligera hendidura en el centro de la carne antes de llevarla a la sartén o la parrilla.
Ingredientes necesarios
- 500 g de carne picada de ternera (puede mezclarse con cerdo).
- 1 huevo.
- 1 diente de ajo (picado).
- Perejil fresco (picado).
- Sal y pimienta negra.
- Un chorrito de leche (opcional).
- 2 cucharadas de pan rallado o harina.
- Aceite de oliva.
Preparación paso a paso
- Bate el huevo en un bol e incorpora el ajo y perejil picados.
- Agrega la carne, la sal y la pimienta, mezclando hasta integrar.
- Añade leche y pan rallado poco a poco, formando una masa manejable.
- Divide en porciones, forma discos y deja reposar en la nevera 30 minutos.
- Cocina en sartén o plancha con aceite de oliva, 3 a 5 minutos por cada lado.
- Sirve caliente con pan o acompañamientos al gusto.
Valor nutricional y conservación
Cada hamburguesa aporta aproximadamente 255 calorías, 27 g de proteína y 14 g de grasa, convirtiéndose en una opción energética y deliciosa. Una vez cocinadas, lo ideal es consumirlas el mismo día, aunque pueden congelarse crudas por hasta tres meses.
