La presencia de habitantes de calle y consumidores de sustancias psicoactivas en Pitalito se ha convertido en una escena recurrente que alarma a la comunidad. A plena luz del día, grupos de personas deambulan bajo efectos de alucinógenos en el parque principal y sus alrededores, alterando la tranquilidad de residentes y visitantes.
Los comerciantes denuncian que cada mañana deben lidiar con esta problemática. Algunos habitantes de calle amanecen en locales, portales y hasta cafeterías, generando temor entre clientes y propietarios, quienes aseguran que la situación está provocando pérdidas económicas por la disminución de visitantes.
La administración municipal, bajo la dirección de la Secretaría de Gobierno e Inclusión Social, liderada por Francisco Javier Cardoso Tovar, ha invertido más de 450 millones de pesos en un programa que pretende atender esta población. El plan incluye una moneda local diseñada para evitar la entrega de dinero en efectivo y canalizar apoyos hacia servicios básicos como alimentación y aseo.
Sin embargo, el impacto ha sido cuestionado. Para buena parte de la comunidad, la estrategia ha generado un efecto contrario al esperado: lejos de disminuir la problemática, la presencia de habitantes de calle se ha disparado en los últimos meses.
Un panorama desolador
El parque principal de Pitalito, espacio histórico y cultural del municipio, hoy se asocia con el consumo de drogas a cielo abierto. La percepción de inseguridad crece, mientras padres de familia manifiestan temor de llevar a sus hijos a este espacio público.
La comunidad señala que el programa de atención carece de seguimiento riguroso y no cuenta con una estrategia real de reinserción social. Los recursos, aseguran, parecen haberse perdido entre iniciativas que no transforman la vida de quienes viven en las calles.
Llamado urgente
La ciudadanía exige al alcalde Yider Luna Joven y a la Secretaría de Gobierno una evaluación seria y transparente del programa, con indicadores claros que demuestren resultados. También demandan reforzar la articulación con la Policía, instituciones de salud mental y organizaciones sociales que puedan ofrecer soluciones integrales, más allá de una moneda simbólica.
De no tomar medidas inmediatas, Pitalito corre el riesgo de consolidar un círculo de marginalidad y consumo sin retorno, que deteriora la imagen del municipio, la convivencia y la seguridad de sus habitantes.
La inversión millonaria, que en teoría buscaba dignificar y atender a esta población, hoy se convierte en el epicentro de un debate público por la falta de resultados visibles.




