La fresa es uno de los cultivos más valiosos del país, especialmente en regiones como Cundinamarca y Antioquia, pero su producción se ve amenazada por una variedad de enfermedades que afectan hojas, raíces, frutos y coronas. Para los productores, identificar a tiempo estos problemas y aplicar estrategias adecuadas puede marcar la diferencia entre una cosecha saludable y pérdidas significativas.
Entre las patologías más frecuentes se encuentran:
- Moho gris (Botrytis cinerea): provoca pudrición blanda de los frutos con un velo grisáceo característico, especialmente durante floración o periodos húmedos.
- Antracnosis (Colletotrichum spp.): genera manchas hundidas en frutos y lesiones en tallos y estolones, pudiendo causar marchitez repentina.
- Mancha púrpura o viruela (Mycosphaerella fragariae): se manifiesta en hojas como pequeñas manchas de color rojo-violáceo que adquieren un centro claro con borde púrpura.
- Mancha angular bacteriana (Xanthomonas fragariae): lesiones translúcidas en hojas con forma angular que pueden expandirse y causar necrosis.
- Oídio (Podosphaera aphanis): forma un polvo blanco tipo ceniza en hojas y brotes jóvenes, debilitando la planta.
- Hongos del suelo (Verticillium, Phytophthora, Rhizoctonia): producen marchitez, pudrición de raíces y deterioro general del sistema radicular.
- Nematodos fitoparásitos (Meloidogyne, Pratylenchus): atacan raíces provocando engrosamientos, necrosis y disminución de la absorción de nutrientes.
Para afrontar estos retos, los expertos recomiendan un enfoque de manejo integrado que incluye:
- Uso de plántulas certificadas libres de patógenos.
- Rotación de cultivos para reducir la carga de microorganismos en el suelo.
- Mantenimiento de ventilación y densidad correctas en el cultivo para evitar microclimas húmedos.
- Riego dirigido (preferiblemente por goteo) para no mojar el follaje.
- Control biológico con organismos benéficos como Trichoderma o Bacillus.
- Aplicaciones químicas racionales y rotación de modos de acción para prevenir resistencia.
- Limpieza constante del cultivo: retiro de frutos enfermos, hojas afectadas y restos vegetales.
Con estas prácticas adaptadas al contexto colombiano, los productores podrán reducir las pérdidas, optimizar recursos y lograr cosechas más estables y de calidad.
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