Entre palas y brochas que recuperan las vías de Cali, hay mujeres que cargan consigo historias de lucha y renacer. Ellas integran la Cuadrilla Rosa de la Secretaría de Infraestructura, una estrategia que les ha brindado una oportunidad laboral y de empoderamiento mientras embellecen la ciudad.

Una de estas mujeres es Yudy Olaya Cadena, madre de tres hijas y ejemplo de resiliencia. Durante 22 años soportó violencia sicológica y física: “a mí me sacaron machete, a mí me golpearon la cabeza, a mí me tiraron con mi niña de 11 a la calle, me cerraron la puerta”, recuerda con voz firme, aunque las cicatrices de la memoria aún duelan.
La decisión de cambiar su vida llegó impulsada por sus hijas: “una vez mi hija mayor me dijo: yo prefiero verla viva lejos que venirla a visitar a un cementerio, y desde ahí tomé la decisión de que nadie me maltrataba”.
Hoy Yudy sonríe porque volvió a sentirse libre y capaz de escribir su propia historia. Pasó de vender agua de coco a vestir con orgullo el uniforme que la identifica como operaria de la Cuadrilla Rosa: “esta oportunidad que tengo de trabajar ha hecho muchas cosas en mi vida… gracias a Dios, soy yo: una mujer empoderada, fuerte, resiliente y aquí voy, dándola toda por mis tres hijas”.
Su jornada comienza temprano: “Llegamos a las 7:30 a.m. y a las 8:30 a.m. ya estamos en el puesto de trabajo donde nos dirigen”, explica. Allí comparte con un grupo de más de 18 mujeres que han encontrado en la Cuadrilla Rosa una red de apoyo. “Aquí somos muy unidas. A pesar de que hay dificultades, trabajamos como una sola”, afirma.
A sus 46 años, Yudy sueña con tener su propia casa y deja un mensaje inspirador para otras mujeres: “Que se animen a trabajar, que trabajar es lo más hermoso que puede haber y más que todo por los hijos, por uno, por todo”.
Antes de despedirse, deja claro cuál es su mayor motivo para seguir adelante: “¡Las amo, hijas de mi alma! El regalo más bonito que Dios me dio fueron ustedes tres”.
Cada intervención en la ciudad lleva consigo la huella de mujeres que, además de transformar las vías, reconstruyen su vida como símbolo de esperanza y empoderamiento femenino.




